jueves, 20 de abril de 2017

EXCUSAS, EXCURSOS Y EXORCISMOS; POR ENRIQUE GARCÍA MÁIQUEZ


Diario de Cádiz
Al final lo del Brexit va a ser para tanto. En este rincón de la Andalucía anglófila, llevados por nuestra secular querencia, estábamos convencidos de que iba a salirles bien a los británicos salirse. Sin embargo, parece que el panorama se les complica. Los escoceses y los irlandeses del norte, que votaron por la permanencia en la Unión Europa, andan fastidiados y nacionalistas. A poco que Europa los aliente, la lían. Gibraltar también votó que sí a la UE, aunque no admite dudas de su soberanía inglesa. El problema es que la fuerza negociadora de España ha crecido y la del Reino Unido ha de concentrarse en no desparramarse.
El adelanto electoral de Theresa May tiene, pues, dos excusas perfectas. Las estadísticas le prometen un gran aumento de votos y quién se resiste a un triunfo que le dará la legitimidad electoral que le falta. Y es lógico, por otra parte, que desee encarar el Brexit con las espaldas bien cubiertas.
Los escollos se esconden en los excursos. Aquellos problemas del Brexit que apenas veíamos son tan serios como avisaban los más pesimistas y europeístas. No éramos nosotros los únicos escépticos: que las elecciones hayan cogido al mundo entero por sorpresa demuestra que los pesimistas eran pocos y que estaban poco convencidos. Pero May, al convocarlas, ofrece un indicador irrebatible de la gravedad de la situación. La crisis inglesa queda oficialmente reconocida.
El segundo excurso ha de considerar el largo trecho que va del pronóstico al resultado. El voto europeísta (que es medio Reino Unido) puede aupar, a pesar del sistema electoral mayoritario, a los liberales. Supongo que Theresa May lo habrá sopesado, porque es muy posible que los partidarios del Brexit se aglutinen bajo su mando, pero enfrente tendrá una oposición más numerosa, más unida y más consciente de su misión. Quizá por esto suba la libra. La City es pro-europea.
Incluso quién sabe si Theresa May no está buscando esa carambola, precisamente. Le permitiría expulsar al demonio de un Brexit duro, que ella no quiere. Y, además, ¿no habrá calculado que convocando unas elecciones que girarán sobre la salida de la UE exorciza los movimientos independentistas, invitando a todos los británicos a plantearse la cuestión común a una? Lo que no parece haber tenido en cuenta es la experiencia de Cameron: uno convoca un referéndum con muchas intenciones muy maquiavélicas, y luego sale un churro.

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