jueves, 20 de abril de 2017

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

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Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 11-26

En aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, la gente, asombrada, acudió corriendo al pórtico de Salomón, donde ellos estaban. Pedro, al ver a la gente, les dirigió la palabra: - «Israelitas, ¿por qué os extrañáis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a éste con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Como éste que veis aquí y que conocéis ha creído en su nombre, su nombre le ha dado vigor; su fe le ha restituido completamente la salud, a vista de todos vosotros. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta mane-ra lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; a ver si el Señor manda tiempos de consuelo, y envía a Jesús, el Mesías que os estaba destinado. Aunque tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración universal que Dios anunció por boca de los santos profetas antiguos. Moisés dijo: "El Señor Dios sacará de entre vosotros un Profeta como yo: escucharéis todo lo que os diga; y quien no escuche al profeta será excluido del pueblo." Y, desde Samuel, todos los profetas anunciaron también estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: "Tu descendencia será la bendición de todas las razas de la tierra." Dios resucitó a su siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros, para que os traiga la bendición, si os apartáis de vuestros pecados.»

Salmo

Sal 8, 2a y 5. 6-7. 8-9 R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Señor, dueño nuestro,
¿qué es el hombre,
para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R/.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies. R/.

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: - «Paz a vosotros.» Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: - «¿Por qué os alarmáis;" ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.» Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: - «¿Tenéis ahí algo de comer?» Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: - «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: - «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

Reflexión del Evangelio de hoy

Arrepentíos y convertíos

El texto de Lucas parte de la curación del paralítico para plantear toda una catequesis sobre la fe pascual. Como en el Evangelio, el milagro es un signo que remite a la llegada del Reino de Dios y a la propia persona de Jesús, en cuyo nombre Pedro y Juan han actuado. Pero en el discurso va mucho más allá del hecho. Se trata de la proclamación del gran Acontecimiento Pascual, que rompe definitivamente las fronteras del mal y la muerte con todas sus rémoras y otorga un sentido esperanzado de un Dios que vive e invita a vivir más allá de los corsés de una religión milagrera.
La catequesis de Pedro a través de Lucas invita, rememorando al Bautista, al arrepentimiento y a la conversión. Solo así se puede “ver” la Pascua, animarse a entrar en su Misterio donde ya todo es Milagro de Amor y Vida.

Soy yo en persona

Los relatos de las apariciones nos muestran la dificultad con que los primeros discípulos vivieron la experiencia de la Resurrección de Jesús, del mismo Maestro con quienes vivieron tres años, al que vieron morir en la cruz. “Mirad, soy yo en persona”, les dice en este texto de Lucas. Está vivo, presente, se deja tocar… pero su realidad va más allá de lo visible. En el Señor Resucitado perciben un Misterio que les sobrepasa, una Vida Plena donde la muerte ya no tiene resquicio. En sus palabras, sus gestos descubren el gran Sacramento de Dios que fue, es y será. Lo conocen, pero lo descubren de nuevo. “Caen en la cuenta de…” como los discípulos de Emaús: el pan, el vino, el compartir todo es ya Sacramento…
Pero la Pascua es mucho más que asombro, Misterio, alegría que rebosa el corazón…El Señor Resucitado anima, invita y llama de manera imperativa a la Misión. La Fe , que ha percibido en toda su trascendencia al Resucitado sería solamente una ilusión subjetiva si no se convirtiera en Amor…y, por propia definición, amar es un verbo de movimiento… La Pascua es un proceso que culmina en Pentecostés cuando el Espíritu hace comprender a los apóstoles, también a nosotros, que el Señor y el Evangelio no solo está con nosotros sino en nosotros y no nos queda otra que testimoniarlo ante los demás con nuestra vida.
Así lo hizo Sta. Inés de Montepulciano, monja dominica, ejemplo de humildad y dedicación generosa al Señor, quien la dotó de un carisma singular para la oración y la contemplación.

¿Crees que los cristianos vivimos plenamente la alegría de las Pascua o es algo que recitamos sin más en el Credo?
¿A qué consecuencias debería llevarnos creer en la Resurrección?  
¿Qué personas de nuestra Iglesia pasada y presente consideras que han vivido o viven esta Resurrección en su vida?

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad Fray Bartolomé de las Casas (Sevilla)

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