domingo, 23 de noviembre de 2014

* HOY NECESITO ESCRIBIR POR ESCRIBIR.



La verdad es que ya me iba apeteciendo escribir por escribir.

Después de meses de un "sin parar" organizando las distintas presentaciones de mi libro "Diario de un blog" para el último trimestre del año, después de muchas llamadas, muchas ideas, muchos detalles, flecos, de contar con buenos y queridos amigo, verdaderos hermanos del alma, para todo lo relativo al diseño gráfico, Daniel González Novella, asesoramiento en la complicada tarea de la comunicación en el sentido más literal del término, José Carlos Fernández Moscoso, comprometiendo a personas muy queridas para mí para que fueran los distintos presentadores de mi primera obra literaria, Antonio Benítez Román para la de Villaluenga del Rosario que fue la primera que se realizó, y al Padre José Antonio Medina Pellegrini, Agustín Rosety Fernández de Castro y José Carlos Fernández Moscoso para la de mi bendita Isla de León celebrada hace poco más de cuarenta y ocho horas.

Después de decidir que dichas presentaciones se hicieran en lugares eminentemente eclesiales porque si el protagonista del libro es Dios entendía que esta se hiciera en el lugar que correspondía.

Después de hablar con el Padre D. Francisco Párraga, Párroco de Villaluenga del Rosario que me abrió literalmente los brazos para que se celebrara en la Iglesia de San Miguel en una fecha muy importante en cuanto sentimientos y devoción como es la Novena a la Santísima Virgen del Rosario, Patrona de Villaluenga, y a su vez recibir todo el apoyo y colaboración del Ayuntamiento de este bendito lugar en la persona de su Alcalde, D. Alfonso Moscoso González.

Después de que el Padre D. Rafael Pinto Vega, Párroco del Santo Cristo de San Fernando me abriera algo más que los brazos para que la presentación de mi libro en mi querida ciudad de origen tuviera lugar en la Parroquia donde están cobijadas mis íntimas devociones y que se simbolizan en las imágenes de los Titulares de la Hermandad de mi vida: Jesús de los Afligidos y María Santísima de la Amargura.

Después de acoger la invitación generosa de los organizadores del IV Encuentro Internacional de "Blogueros con el Papa" que este año se ha celebrado en Cádiz de presentar mi libro dentro de este importante marco.

Después de todo lo vivido y experimentado en los previos así como en los días que se han celebrado dichas presentaciones con innegables muestras de sincero cariño y una sensación de honda emoción que no se me olvida ni se me quita de la mente y pensamiento por más tiempo que vaya transcurriendo.

Después de pasar el día de ayer sábado donde salvo un artículo escrito, almorzar conversando de lo divino y de lo humano así como intentar sobrevivir a la jornada a duras penas pues el agotamiento mental hacía que mi cuerpo ni siquiera reaccionara.

En estos días, cuando haya asimilado tantas muestras de cariño, de sincera amistad, del cariño de verdaderos hermanos en un mismo Dios, de respirar un ambiente de absoluta comunión como la que tuve el privilegio de experimentar y vivir en la noche del pasado viernes en el que rodeado de múltiples amigos y hermanos del alma, otros los que no pudieron venir estaban en la Fila 0 de mi corazón, se presentó "Diario de un blog" en mi querida y bicentenaria Ciudad de San Fernando.

Cuando uno es depositario de tanto cariño, de tanto amor, hay que intentar poner los pies en la tierra, degustar lo vivido para cuando los sentimientos se puedan reflejar por medio de la escritura. Me pasó, porque así lo sentí, con la presentación en mi querido pueblo de Villaluenga del Rosario y gracias a Dios me ha vuelto a pasar hace tan solo cuarenta y ocho horas en La Isla de León que es, por decirlo de alguna manera, La Isla de mi infancia...

Hoy quiero escribir por escribir, pasear por medio de las palabras en medio de lo que vivo, veo y siento.

La noche hace tiempo que ya es noche aunque haya aparecido muy temprano, en casa se respira el calor de hogar mientras el crepitar de la leña quemándose en mi chimenea de mi casa en Villaluenga del Rosario nos envuelva con su dulce, romántico y envolvente sonido.

Siento como una fina lluvia choca leve y pertinazmente contra los cristales mientras aquí, en casa, solo se escucha el repiquetear de mis dedos pulsando las teclas que al escribir componen su particular melodía y Hetepheres en el más absoluto de los silencios lee plácida y tranquilamente o está en su megamóvil, que es una poderosa computadora al estilo del Super Agente 86, escribiendo mensajes, en Facebook o buscando ese dato de interés que necesita imperiosamente saber dada su avidez en estar continuamente informada y formada mientras Canijo, nuestro gatito payoyo, descansa tranquilamente alrededor de la lumbre.

En medio de esa placidez, de esta tranquilidad, de este necesario sosiego, se respira el necesario silencio, ese que hace que escuches hasta tus propios pensamientos, ese que parece solo una ensoñación cuando estás invadido por el cúmulo de ruidos a los que nos subyuga la ciudad y que parece una auténtica fábula que esta paz pudiera incluso existir.

Amo el silencio como amo la escritura porque los dos conforman un mismo paisaje que se dan la mano.

No hay nada más bello que amar en silencio porque es un amor maduro que se transforman en hechos tan simples como son una cómplice mirada, una sonrisa compartida, un apasionado beso. No hay nada más puro que escribir, y vivir, desde el silencio porque lo haces con el alma e implicas todos los sentidos pues lo haces desde el conocimiento, más o menos pleno, de tu propio ser.

¡Tenemos tanto miedo a conocernos tal y cual somos!

Preferimos las interferencias, los ruidos, que nos hagan poner la mente en otros sitios muy alejados de nuestros más íntimos pensamientos porque la cabra suele tirar para el monte y nuestra mente tiende hacerlo hacia lo más íntimo y personal y poco a poco va escarbando en tu intimidad, esa que queremos ocultar y soslayar, hasta instalarse en ella.

Conocernos a nosotros mismos es el primer paso para reconocernos tal cual somos, aprender a querernos con nuestras virtudes y defectos, comprendernos y lo que es más difícil: ¡Perdonarnos!

Pero somos tan débiles, tan frágiles  que no podemos resistir si quiera el conocernos a nosotros mismos.

La verdadera madurez empieza cuando nos reconocemos frágiles y que estamos muy alejados de ser "todopoderosos". Cuando hemos asimilado nuestra auténtica realidad es cuando nuestro corazón está preparado para ponerse en Manos de Dios para que Él haga con nuestras vidas lo que crea más pertinente y que siempre será lo mejor.

El débil crepitar es aún más débil, el calor más calor mientras afuera un frescor húmedo impregna todo, un olor profundo a tierra y roca mojada envuelve el ambiente, y la suave melodía de mis dedos al pulsar las teclas al escribir van acabando y dando forma a esta composición salida de mi mente, de mi corazón que hoy por hoy vive desde el sosiego y la tranquilidad de espíritu.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios te bendiga.

Jesús Rodríguez Arias

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