miércoles, 6 de noviembre de 2013

OBISPO MEXICANO BAJO LA AMENAZA PERMANENTE DE UN CÁRTEL DE DROGA.

Logo Aleteia

Jaime Septién



Desde hace un par de meses, con peligro de su vida, el obispo de Apatzingán, en el Estado mexicano de Michoacán, monseñor Miguel Patiño Velázquez, ha venido denunciando el enorme poder que han adquirido los cárteles de la droga en ese lugar, así como la insuficiente acción de las autoridades federales y estatales para contener al crimen organizado.

Debido a esta situación de extrema peligrosidad, fuentes periodísticas mexicanas informaron que monseñor Patiño Velázquez habría sido trasladado a un cuartel militar para protegerlo de un posible ataque en su contra por parte de la organización criminal que se hace llamar “los Caballeros Templarios”.

Sin embargo, el padre Javier Cortés Ochoa, vicario general de la diócesis y vocero de la diócesis de Apatzingán, desmintió en una entrevista radiofónica, que el obispo michoacano estuviera resguardado por fuerzas federales, y explicó que, por el contrario, “se encuentra atendiendo su agenda pastoral”. 

“Son rumores, solamente”, advirtió el padre Cortés. Monseñor Patiño se encuentra en estos días en un encuentro con sacerdotes de la provincia eclesiástica de Morelia (que comprende las diócesis de Apatzingán, Tacámbaro, Zamora y Morelia), evento que se lleva a cabo cada año. “Don Miguel se encuentra bien”, añadió el vicario de la diócesis de Apatzingán.

Acosado por los violentos

Primeramente, monseñor Patiño Velázquez había cerrado el seminario de Apatzingán y mandado a los seminaristas a diferentes centros de formación cercanos, especialmente a las ciudades de Morelia y Zamora.

Un poco después, hace un mes, monseñor Patiño Velázquez sorprendió a la prensa mexicana, de ordinario reacia a entender que la posición de los obispos puede llegar a ser de avanzada, cuando hizo una carta abierta denunciando que los cárteles de la droga en Michoacán estaban coludidos con las autoridades y tenían bajo su poder a la población civil de la entidad.

Monseñor Patiño Velázquez ha reiterado que Michoacán es “un Estado fallido” porque se encuentra en manos de la delincuencia y de los cárteles de la droga.  En diversas cartas enviadas a los medios o a dirigentes políticos, el obispo de Apatzingán ha denunciado que su diócesis, tanto como la de Tierra Caliente, han sido sometidas por los miembros del narcotráfico que operan –con toda impunidad— en la zona.

Mediante una reciente carta, el purpurado mexicano advirtió que los cárteles de la Familia Michoacana, los Zetas, Jalisco Nueva Generación y los Caballeros Templarios se disputan el territorio como si fuera un botín: “Michoacán tiene todas las características de un Estado fallido. (...) Los gobiernos municipales y la policía están sometidos o coludidos con los criminales y cada vez más crece el rumor de que el gobierno estatal también está al servicio del crimen organizado”.

Hace pocos días –en respuesta a la presencia militar en Michoacán—cárteles de la droga sabotearon e incendiaron cerca de 20 estaciones de suministro de electricidad, dejando sin luz eléctrica a miles de michoacanos.

Toda clase de extorsiones

Monseñor Patiño Velázquez sostuvo que la costa del Estado de Michoacán es por donde entran –sobre todo del oriente—las sustancias ilícitas que son precursoras de las drogas sintéticas.

El ejército mexicano mantiene actualmente en un cerco de seguridad el puerto de Lázaro Cárdenas. Además, dijo en su carta monseñor Patiño Velázquez, el Estado de Michoacán está divido en tipos de acciones criminales: “la Sierra Madre del Sur y la zona aguacatera, para el cultivo de marihuana y amapola, el establecimiento de laboratorios para la producción de drogas sintéticas y refugio de los grupos criminales; las ciudades más importantes y todo el Estado, para el trasiego y comercio de la droga, secuestros, robos y toda clase de extorsión»”.

En sus denuncias continuas, monseñor Patiño Velázquez ha centrado su atención en el sufrimiento de las familias de la diócesis de Apatzingán y del Estado de Michoacán, sobre todo porque “han aumentado los secuestros, los asesinatos; el cobro de cuotas se ha generalizado y familias enteras han tenido que emigrar por el miedo y la inseguridad que se está viviendo», al tiempo que «se está obligando a líderes sociales y a las personas en general para que firmen y pidan que el Ejército y los federales se vayan de Michoacán»”.

En este último sentido, como ha sucedido en países de Latinoamérica asediados por el crimen, en Michoacán ya se han organizado diversos grupos de autodefensa, puesto que no confían en el Ejército ni en las policías, sino que piensan que están coludidos con las redes del narcotráfico.


Estos grupos de autodefensa tienen presencia en seis municipios “pero ahora son agredidos constantemente por los Caballeros Templarios, que intentan recuperar las plazas perdidas y ahogarlos, dificultándoles la comercialización de sus productos”, dijo en su carta el obispo de Apatzingán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario