jueves, 7 de noviembre de 2013

NOVIEMBRE, MES DE SANTOS, DIFUNTOS Y CRISTO REY; POR JOSÉ MARÍA VIEYTES BEIRA.


Tradicionalmente en España la celebración en el calendario católico de las fiestas de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, ha sido siempre muy difundida, aceptada y  devocionalmente celebrada. Y si profundizamos tiene una buena razón de ser, que sea –esta- una fervorosa práctica bastante generalizada entre nuestros ciudadanos. 

Es cierto que en cada lugar de nuestra geografía, dichas celebraciones en sus respectivas festividades pueden variar en la forma, pero no en su mensaje ni en su   contenido, porque el espíritu de las mismas sigue en pie y firme no sólo en las  conciencias y en los corazones de los fieles y seguidores, sino que además, forma parte muy arraigada de las costumbres y de las tradiciones de nuestros pueblos. 

Sin embargo, no tanto en la celebración de -todos los santos- como en la de los -fieles difuntos- cada vez se observa más el ímpetu de la influencia que ocasiona las costumbres de otros pueblos allende de nuestras fronteras; es decir la extranjerización mediante la importación o introducción de otras culturas distintas a las nuestras.


Pero curiosa y lamentablemente, me atrevería a decir basándome en la observación, que estas apariciones ajenas no son consecuencias ni causas exclusivas de los medios, que también, sino de los cambios que se han producido en la estructura de nuestra sociedad independientemente de los citados medios, sobre todo en las propias familias e incluso en los colegios.

Antes, los festejos de ambas celebraciones tenían otro aire y no rompía el hito de la tradición ni de la costumbre. Y con ese mismo espíritu, intento referirme sin que se  interprete en otro sentido distinto, que no sea sólo el del objetivo de la defensa y la conservación de las tradiciones señaladas anteriormente, es decir: de lo nuestro. 

En la festividad de -todos los santos- poco a poco se ha perdido la fuerza y el empuje de la tradición de antaño tanto en lo religioso como en lo lúdico. Basta observar la reacción y el movimiento de una gran parte de la población, que pasa ajena a dicha fecha. Y si ese día hace buena meteorología y coincide más para formar un puente que para celebrar la fiesta, ésta como algunas otras, tiene asegurada la inhibición en cuanto a la asistencia a los eventos, de los que también hay que decir, que en ocasiones pasan desapercibidos y cuando suceden, desde luego suelen ser pocos atractivos.

El -día de los fieles difuntos- todavía permanece latente, aunque tampoco con la intensidad de otra época. Sí, en cuanto al culto a los difuntos en general, pero limitados en cuanto a las asistencias a las misas de difuntos y quizás a otros ceremoniales más íntimos y familiares. No obstante, también se observa que queda la reminiscencia de otra etapa anterior reflejada todavía en los más recónditos sentimientos de algunos, especialmente particularizado en el caso de las asistencias a esas misas y a las visitas a los cementerios: como una manera de recordar a nuestros seres más queridos con el testimonio simbólico de nuestras flores y las peticiones de nuestras oraciones.

Sin embargo en la celebración de este día, está pasando algo parecido como ocurrió en la navidad, cuando se empezó a sustituir, aunque afortunadamente no en todos los casos, el abeto que nos invadió por el Belén de toda la vida. Pues igual sucede ahora con el día de difunto, un día tan señalado; un día lleno de sentimientos acordes con nuestra religión y nuestras costumbres, en el que se nos viene instalando y creciendo con más o menos intensidad -otra cultura- como la representada por el movimiento importado -halloween- que no obstante respetarlo; convierte este santoral más en una fiesta de disfraces; opuesta y distinta a la que realmente la tradición y nuestra auténtica cultura nos tienen acostumbrados. Y lo que es peor, sin medir ni cuantificar las consecuencias a veces desagradables de esta nueva aplicación de las que existen ya tristes resultados. 

Es cierto que los humanos por naturaleza, somos antojadizos y muy proclives a copiar lo que vemos y en cierto modo es bueno, porque significa cambiar, innovar y no anquilosarse, pero debemos ser consciente, considerados y respetuosos y no sacar de contexto nuestras sagradas tradiciones y costumbres que son las que define la raza y la entidad de un pueblo. Y como dicen los taurinos, que no se pierda el ojú o el osú en la fiesta; porque cuando –esto- no se oiga: es una señal inequívoca que algo va mal o ya no es lo que era.

Finalmente los santorales del día 21: la Presentación de la Santísima Virgen al Templo según la costumbre hebrea y el 24: Cristo Rey coincidiendo además con la clausura del Año de la Fe, cierra con broche de oro este mes.

Y al decir Cristo Rey, no podemos obviar que aquí en la Isla, disponemos de la suerte de tener entre nosotros la casa-colegio de La Salle-Real; donde nació y tuvo su origen la hermandad de ¡Cristo Rey! Esa advocación conocida popularmente como -La Borriquita- que desfila en procesión el Domingo de Ramos llena de niños ilusionados, acompañando por nuestras calles a Jesús en su recorrido seguido de la -Estrella- de su Madre; una hermosa mezcla de palmas y colorido en la que se combinan también tres singulares palabras tan significativas como devocionales; Cristo: nuestro Padre Señor y Salvador. Rey: del cielo y del universo. Y Estrella: luz y guía mediadora de nuestras almas para conducirla a la casa grande del Padre al Paraíso que nos tiene preparado. San Francisco de Asís decía: que morir no es deshacerse sino completarse.

José María Vieytes Beira. San Fernando. Artículo escrito el 09.06.13. Publicado en el semanario local Información el 03.11.13. Y en el blog Sed Valientes por gentileza de Jesús Rodríguez Arias.   
                                       

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