viernes, 8 de noviembre de 2013

LOS OBISPOS CHILENOS PIDEN TENER EN CUENTA EL DERECHO A LA VIDA, LA FAMILIA Y LA JUSTICIA SOCIAL A LA HORA DE VOTAR.

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MENSAJE FINAL TRAS LA 106ª ASAMBLEA PLENARIA DE LA CECH


La Conferencia Episcopal de Chile ha celebrado su 106ª Asamblea Plenaria. Al término de la misma, los obispos han publicado un mensaje en el que dan una serie de indicaciones a los fieles de cara a las próximas elecciones presidenciales en el país sudamericano. Los pastores piden que se tengan en cuenta tres aspectos: la valoración y la defensa incondicional de la vida, desde su concepción hasta su fin natural, la protección de la familia, comunidad de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer y recordar que la paz social es obra de la justicia.
08/11/13 3:59 PM | Imprimir | Enviar
(Luis F. Pérez/InfoCatólica) El texto de los obispos chilenos comienza agradeciendo al papa Francisco por «la claridad de su enseñanza y por la elocuencia de sus gestos paternales. Su ejemplo en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, nos anima en la misión que Jesucristo nos confía».
Los prelados aseguran haber reflexionado sobre como pueden «ayudar con pasos significativos para que la Iglesia sea instrumento efectivo del amor misericordioso de Dios dirigido a todos, especialmente a quienes sufren el dolor y el abandono, a quienes son marginados por una sociedad consumista, a quienes se han alejado de la Iglesia con o sin culpa propia».
«En este espíritu», añaden, «y en la conciencia de quequeremos ser una Iglesia que escucha, anuncia y sirve, preparamos la Misión Territorial del año 2014».
Los pastores de la Iglesia en Chile han querido orientar a los fieles ante la próxima contienda electoral.
Los obispos advierten que «aunque según la ley el voto no es obligatorio, es un deber moral ejercer este derecho. Ante la solemnidad cívica del día de las elecciones, hacemos un llamado a los católicos y a todas las personas de buena voluntad a cumplir con su deber de votar y realizar un esfuerzo de discernimiento, en vista del bien común».
En ese sentido, proponen al «votante católico tres instancias relevantes a considerar en su discernimiento ético, al momento de elegir a sus representantes»:
  • La primera es la valoración y la defensa incondicional de la vida, desde su concepción hasta su fin natural. Atentar contra la vida en gestación o en su fase terminal, así como el atropello contra los derechos humanos, jamás podrá tener como efecto un beneficio. Por eso, atendiendo a la realidad trascendente de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queremos reiterar nuestro «sí» a la vida. El cristiano atentaría contra la esencia de su vocación si permite la eliminación de seres humanos a quienes está llamado a amar y servir como prójimo.
  • Una segunda instancia de discernimiento es la protección de la familia, comunidad de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer. Para los creyentes hay en la naturaleza humana un designio de Dios que no puede eludirse. Con respeto a quienes piensan distinto, es un hecho que la transmisión de la vida y la constitución de la familia pasan necesariamente por la complementariedad originaria de un varón y una mujer.
  • Una tercera instancia para nuestro discernimiento es que la paz social es obra de la justicia. La sociedad sigue herida por vergonzosas brechas que excluyen a miles de compatriotas de las condiciones necesarias para su desarrollo integral. Y es una realidad que no solo afecta a los sectores más pobres y vulnerables, sino también a la clase media. Nos referimos, entre otras realidades, a la posibilidad de acceder a una vivienda digna; a un sistema de salud pública eficiente y de trato humano; a la situación de profesionales y técnicos que no logran un empleo digno después de años de sacrificios como estudiantes; a la situación de los jubilados y adultos mayores.
Los obispos creen que «la tarea que han de cumplir los políticos es imprescindible e ineludible, y es un modo de servicio al prójimo. A los políticos cristianos, los instamos a mantenerse fieles a su vocación de servir al bien común, a la luz del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia. Por otra parte, la responsabilidad de cada ciudadano exige votar con plena libertad y con una conciencia rectamente formada, donde la dignidad y los derechos esenciales de la persona constituyan un valor irrenunciable de nuestra propia identidad nacional».

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