sábado, 9 de noviembre de 2013

ESOS PEQUEÑOS GESTOS PAPALES.

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Mario Alcudia

El Papa Francisco nos está acostumbrando en este su primer año de Pontificado a cosas sencillas pero paradójicamente extraordinarias. Y digo esto porque además de ese Magisterio que nos regala a diario con sus Misas en Santa Marta, hay otro, en este caso de obras y gestos que es digno de ser enmarcado. Me refiero al cariño con el que se acerca y abraza durante las audiencias de los miércoles a los que más sufren, los enfermos.

Esta semana, además de poner a rezar a los fieles en la Plaza de San Pedro por Noemí, una pequeña enferma de atrofia muscular de 16 meses, se acercó a un hombre con rostro desfigurado, con verrugas por toda la cara y sin embargo, Papa Francisco se acerco a él con enorme ternura y le abrazó.

Hay quien dirá que es algo normal… y si, no digo que no, pero es normal para un Papa. También debería ser normal aunque no siempre sea así, para los cristianos… pero desde luego es inusual para una sociedad que rechaza al enfermo, al que da la espalda, huyendo y mirando hacia otro lado..

La bella imagen que ha dado la vuelta al mundo del Papa acariciando la cabeza de este hombre, recuerda al propio Cristo, como San Francisco o San Damián de Molokai, cuando abrazaban al leproso.

El Papa sabe que, como el propio Jesús hay que hacerse servidor de los más pequeños, de los más humildes.También él, con su ejemplo, quiere recordarnos a nosotros que seguir a Cristo para por ese camino: el de estar atento al clamor del pobre, el débil o el marginado. Nuestra fe en Cristo debe hacernos vencer esos miedos, nuestras miserias, que muchas veces nos hacen apartar nuestra vista y decir eso de: mejor que lo haga otro…

Es verdad que la Iglesia con sus instituciones como Cáritas, con las órdenes religiosas hace una ingente labor de atención y cuidado; son el testimonio de caridad operante. Pero ese abrazo del Papa debe recordarnos que no nos faltan al cabo del día posibilidades ni personas con quien practicarle nosotros mismos; los enfermos, los pobres, las personas mayores que se encuentran solas. Cada uno de ellos merece nuestra atención… se trata de cargar un rato con su Cruz para hacer ese camino más llevadero.

Es el poder de los pequeños gestos de amor del hablaba el Pontífice en su audiencia, la comunión de la caridad que pasa en buen parta también por compartir los sufrimientos.

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