jueves, 14 de noviembre de 2013

EN FILIPINAS HOY DAMOS GRACIAS POR LA VIDA.

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Desde Filipinas la misionera Inmaculada Vírseda Olivas, de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, nos escribe desde Cebú en Filipinas, agradeciendo nuestro recuerdo y oración por el pueblo filipino que ha sufrido el tifón Haiyán y los misioneros que les acompañan.

Estimados amigos de OMP España: Gracias por su mensaje. Gracias por su recuerdo y su oración por nosotras. Gracias por la labor que realiza desde las Obras Misionales Pontificias.

Aquí estamos bien. A nosotras no nos ha afectado el tifón, tampoco a nuestros niños. En nuestra ciudad no ha habido problemas. Ya tenemos vida normal y seguimos con las actividades de educación de los niños. El desastre ha sido en otra isla que se llama Leyte, está al noreste de nuestra isla que es Cebú. En Leyte especialmente ha sido una tragedia humanitaria. Es un desastre. Allí conocemos gente pero no podemos contactar con ellos. Nosotras vemos las imágenes por la televisión y sentimos mucha pena y mucha impotencia. No podemos hacer nada, más que rezar.

Ya se sabe que en Filipinas hay lugares donde llegan los tifones con más facilidad. Allí viven los pobres. Nosotras vivimos en una zona segura, en Cebu City. Esto todo el mundo lo sabe. Por eso la gente se viene a esta ciudad. Es la segunda ciudad más poblada de Filipinas, después de Manila, la capital. Y esta es la causa de lo que llaman los “pobres de la ciudad”, porque llegan aquí y se encuentran sin trabajo, sin familia, viviendo en la más absoluta miseria. Vienen buscando sobrevivir a todas estas catástrofes. Estas son las familias de nuestros niños.

En este momento, en medio de nuestra tristeza y nuestra oración por las víctimas del tifón, también le damos gracias a Dios por la vida, por la nuestra, por la de nuestros niños… Como dice aquí la gente que lo ha perdido todo: pero estamos vivos. Estamos vivos, este es el gran regalo de Dios cada día, y ya nos hemos acostumbrado y no lo valoramos. Sólo nos damos cuenta cuando vemos tanta muerte a nuestro alrededor.

Sí, aquí permanecemos los misioneros, sabiendo que la próxima vez nos puede tocar a nosotras. Han sido muchos los misioneros que han venido antes que nosotras a sembrar la fe en Jesús. Esa es la fe que da fortaleza a esta gente en estos momentos. Sentimos que es una suerte poder continuar aquí esta misión de Evangelización. Es la mayor riqueza que les podemos dar. Ahora los pobres son noticia por la gran catástrofe que estamos viviendo. Pero aquí, en el día a día, los pobres no son noticia. Junto a estos queremos permanecer y vivir en el nombre de Jesús.

Inmaculada Vírseda Olivas, Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación

Cebú, Filipinas

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