lunes, 11 de noviembre de 2013

COMPASIÓN Y AMOR, LA ÚNICA MANERA DE SANAR LA PROSTITUCIÓN.

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Jaime Septién

Maria Inez Linhares de Carvalho trabaja, desde hace tiempo, en la arquidiócesis de Río de Janeiro, Brasil, y está al frente del Ambulatorio de la Providencia cuya misión es no marginar y no excluir a las mujeres que se prostituyen.  Acogerlas y darles la oportunidad de recuperar su “historia robada” mediante el sencillo y humanísimo método de hacerlas recuperar la autoestima, siempre desde la fe en Cristo.
  
Invitada en 1983 para realizar trabajo voluntario en el Ambulatorio de Providencia en Vila Mimosa, la zona de más alta prostitución de Río de Janeiro, la doctora Linhares de Carvhalo, quien preside actualmente la Asociación de Médicos Católicos de Río de Janeiro, ha dedicado su vida a enfrentar tanto la exclusión social de las prostitutas, como a estudiar las causas tanto de la prostitución como del virus del SIDA.
 
Con más de 60 trabajos publicados sobre el tema del SIDA, Linhares de Carvalho es consultora del tema en el Vaticano y, además, preside tanto el Ambulatorio de Providencia como la Casa de Apoyo San Antonio.
 
El Ambulatorio de Providencia fue fundado en 1982 por la Arquidiócesis de Río de Janeiro para atender las zonas de prostitución y tráfico de drogas, especialmente Vila Mimosa.  Las características de esta “ciudad perdida” son similares, e incluso más duras, que las “villas miseria” de otras grandes capitales del continente americano: viviendas en ruinas, familias enteras durmiendo en cubículos insalubres, sin agua corriente, sin electricidad, en la miseria absoluta.
 
En ese ambiente, el trabajo del Ambulatorio de Providencia busca “restaurar la dignidad, la autoestima y la ciudadanía” de las prostitutas.  Según Linhares de Carvalho, durante la presentación del caso en el Seminario de sobre Tráfico de Personas, organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias y de las Ciencias Sociales en El Vaticano, el objetivo es que las mujeres que se prostituyen “tomen conciencia de sus valores y derechos y se liberen de la explotación de los proxenetas que están en el sitio”.
 
Una segunda misión de este importante trabajo que ha merecido ya el reconocimiento tanto en Brasil como en el extranjero, es encontrar los mecanismos adecuados para la inclusión de las prostitutas en el entorno social, dándoles opciones de medios de vida a través de cursos de formación profesional.  “La mera presencia, en ese sitio, de un profesional de la salud, con atención, con escucha, con orientación, puede salvar muchas vidas”, expresó Linhares de Carvalho durante su intervención.
 
La clave está en el amor
 
La mujer que se prostituye en Vila Mimosa da una idea de los problemas de la prostitución en el continente americano y –a partir de ello—la puesta en marcha de ambulatorio como el de la Providencia en Río de Janeiro.  El perfil realizado por el equipo de la doctora Linhares de Carvalho resulta de un estudio minucioso que se hizo con 329 mujeres del área.
 
En promedio, cada una se prostituye entre 7 y 12 veces al día; 31 por ciento usan drogas; 80 por ciento consumen alcohol, 82 por ciento se hace por lo menos un aborto; 78 por ciento tiene, al menos, una enfermedad de trasmisión sexual; 7 por ciento tiene SIDA; 76 por ciento de las prostitutas tienen síntomas de depresión; 58 por ciento padecen estrés crónico; 36 por ciento han considerado suicidarse y 99 por ciento están en la prostitución porque no tienen otra salida.
 
El panorama en Vila Mimosa podría parecer desolador.  Pero a través de las Hermanas Misioneras de la Vida y la vecina capilla de San José trabajan con las prostitutas para ayudarlas en algo esencial: que recuperen su autoestima.  La mayor parte de las prostitutas sufren las secuelas de la miseria y el maltrato.
 
“Empecé a ver que el tratamiento de la apariencia física de una prostituta –dijo Linhares de Carvalho durante su presentación—con el fin de hacerla más bella para sí misma, mejorando la apariencia en ciertas partes de su cuerpo (…) hace que comiencen a preocuparse más (por ellas mismas) tener más amor; me di cuenta que su autoestima aumentaba significativamente”.
 
Este principio muy sencillo, más la preparación profesional y la reinserción con una perspectiva cristiana, “nos ha hecho escuchar y aceptar sin juzgar”, dijo Linhares de Carvalho, quien concluyó afirmando que “la clave es el fortalecimiento en el amor, en sentirse persona de nuevo para recuperarse de tantas calamidades y desgracias”.

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