2013-08-11 L’Osservatore Romano
La Iglesia tiene necesidad de una nueva política comunicativa para adaptar la propia presencia en el mundo digital. Ya desde hace años está presente en el mundo de los medios de comunicación social como un sujeto universal. Sin embargo, precisamente por su naturaleza, la Iglesia es además una realidad fuertemente establecida, es decir, arraigada en el territorio. «Y es precisamente éste el nuevo reto por afrontar –dice monseñor Paul Tighe, secretario del Consejo pontificio para las comunicaciones sociales– para desarrollar una estructura comunicativa que refleje la multidimensionalidad de la Iglesia en cuanto red, como una comunidad de comunidad». Ya la estructura milenaria de la Iglesia refleja la naturaleza «global» de internet, de la que a menudo hablan los grandes expertos, o sea, una realidad que al mismo tiempo es global y local. «Hoy –explica– tenemos que aprovechar precisamente esta estructura para crear una estrategia comunicativa que integre cada iniciativa eclesial. En el Consejo, tenemos conocimiento de los numerosos proyectos creativos y dinámicos capaces de llevar el Evangelio al mundo digital. Nuestra esperanza es facilitar una mayor conectividad entre estos agentes para ayudarles a compartir sus experiencias. Este tema estará en el centro de la Plenaria del dicasterio, programada del 19 al 21 de septiembre próximo»
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