martes, 13 de agosto de 2013

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10. 12-14

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»

II. Compartimos la Palabra

El Libro del Deuteronomio nos presenta hoy la despedida de uno de los jefes más emblemáticos de la historia de Israel, Moisés, y la entronización de otro, muy querido también por todos, Josué. Ambos serán modelos de fidelidad a Dios y de solidaridad y preocupación por los hermanos.
Y, en el Evangelio, dos de las actitudes más queridas de Jesús que intenta grabar en sus corazones, todavía lejos de las expectativas que él tiene para ellos: La bondad del corazón y el servicio. Para entender mejor y completar el texto, tendré en cuenta los lugares paralelos de Marcos y Lucas.
  •  Los importantes

Importantísima la pregunta de los discípulos. Tanto que, en otro momento de su vida, “sentándose, llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9,33ss). Esta es la actitud que Jesús quiere para los que van a ser llamados y enviados a anunciar el Evangelio a todos los pueblos. Esta es la autoridad que Jesús quiere para ellos, el servicio.
En un mundo en el que los medios no hacen más que hablarnos de conflictos, tensiones y guerras entre personas y naciones, las palabras de Jesús siguen teniendo la actualidad de entonces. El Santo Padre nos lo sigue recordando con gestos inequívocos. El respeto y el amor traducido en servicio tendrían que ser el distintivo de los discípulos de entonces y de ahora.
No quisiera que se me tachara de ingenuo si cambio el condicional “tendrían que ser”, por el presente. Un presente modesto, bastante desconocido, Pero real. Me refiero a muchos miles de hombres y, en particular, mujeres que, de la forma más anónima y desinteresada, se desviven por los demás. No suelen salir en los medios, no buscan el éxito personal, sino el bienestar y la felicidad de los demás. Y lo hacen con respeto, con bondad, con ternura y sin darse importancia alguna. Parecería que están en el último escalafón social, pero para Jesús son los más importantes. Y para nosotros, también.
  •  Los primeros, los niños

La Ley de la Transparencia, según parece, sigue en el Congreso. Se espera que pase de forma inmediata al Senado y, en pocos meses, sea una realidad. Se ha especulado mucho sobre su alcance y los organismos que deberían sentirse afectados por ella. En concreto, y a veces con cierto retintín, se ha hablado de la necesidad de que la Iglesia esté sometida también a su control, en cuanto al dinero recibido por el Estado. No necesitábamos que nos lo recordara nadie, porque lo hizo Jesús y el Evangelio está todo él impregnado de luz, transparencia y coherencia. Hoy el modelo que Jesús pone es el de los niños. La actitud, la sencillez, la simplicidad y la transparencia que, espontáneamente, manifiestan los niños. Y, sin dejar de ser adultos, sin dejar de buscar y propiciar el progreso y una vida cada vez más digna para todos los humanos.
Esto no significa renunciar a la tecnología, al desarrollo y al progreso. Se trata de cuidar el alma, de cultivar la poesía, de amar la naturaleza, de saber ser “sabiamente” ingenuos, de sentirnos orgullosos de la aparente “simplicidad” con la que se presenta ante el mundo Francisco, el Obispo de Roma, cautivando con sus gestos profundamente sencillos al mundo. “Quien se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el Reino de los cielos. Pues el que entre vosotros es el más pequeño, ése es el mayor” ((Lc 9,49).
Fray Hermelindo Fernández Rodríguez 
La Virgen del Camino 

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