jueves, 4 de julio de 2013

LOS FRUTOS DE UN PONTIFICADO; POR RAFAEL SÁNCHEZ SAUS.

Diario de Cádiz


Acien días escasos de la elección del papa Francisco, ha aparecido en las librerías una de las obras más interesantes que se hayan editado en España sobre el sentido profundo del pontificado de su antecesor, Benedicto XVI. Coordinado por Francisco José Contreras e Ignacio Sánchez Cámara, Hablando con el Papa recoge las reflexiones de cincuenta personalidades públicas españolas sobre otros tantos breves textos de Benedicto XVI. Lo más notable, a mi juicio, no es que gente tan variopinta y destacada como Gabriel Albiac, Jon Juaristi, José María Aznar, Francisco Vázquez, Cristina Losada, Manuel Pizarro, Inma Shara, Juan Miguel Villar Mir, Rafael Nadal, Mercedes Aroz, Alejandro Macarrón, Gádor Joya, Francisco Soler Gil, Xavi Hernández o José Antonio Ortega Lara, entre tantos otros -creyentes o agnósticos-, se hayan prestado a este ensayo, sino que todos y cada uno hayan podido encontrar en el magisterio del Papa algo que directamente les reclama y estimula. En el fondo, esta es la condición propia no sólo del Pontífice, también del intelectual. Tal vez la principal característica de Benedicto XVI, como señalan los coordinadores en la introducción del libro, ha sido la de "entablar un diálogo fecundo con la cultura increyente sobre las grandes cuestiones de nuestro tiempo" y, desde su gran sabiduría humana y espiritual, interpelar "a un Occidente en vías de rápida secularización con desafíos y preguntas que nos conciernen a todos, cualesquiera que sean nuestras creencias, pues atañen al sentido de la existencia humana". 

Conforme se van leyendo textos y comentarios, muchos de ellos de extraordinaria calidad, emerge una y otra vez el que parece principal mensaje de Joseph Ratzinger y del catolicismo actual a quienes deseen escuchar: que la razón humana es digna de confianza porque el hombre es imagen de un Dios que es razón, Logos. Y que, por tanto, la razón permite el acceso al bien, la verdad y la belleza objetivas. Este mensaje de radical humanismo, de libertad y esperanza, de modernidad, en tiempos de eclosión de fes irracionales, de rechazo instintivo de los fundamentos que han hecho posible el despliegue de nuestra civilización, de oscuras amenazas sobre el futuro del hombre y de aparente triunfo de lo absurdo de la existencia, es el legado inapreciable de un Papa sabio y humilde que no debemos olvidar.

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