miércoles, 17 de julio de 2013

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,25-27

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»

II. Compartimos la Palabra

  • “Es el pan que el Señor os da de comer”

Estamos ante las quejas, las murmuraciones, los recuerdos nostálgicos… de pueblo judío que se sentía morir de hambre en el desierto. El Señor oyó sus lamentaciones y les dio de comer durante todo el trayecto hasta llegar a la tierra prometida. Ante este relato, los seguidores de Jesús, emocionados y llenos de profundo agradecimiento, recordamos el pan de vida que Él nos ha regalado para nuestro trayecto terreno. Bien sabemos que es un alimento especial. Llevado del su gran amor a nosotros y porque es Dios y tiene más posibilidades que nosotros, es capaz de esconderse en el pan eucarístico y en el vino eucarístico, para permanecer continuamente con nosotros. Nos ofrece su persona, a través del cuerpo entregado y resucitado y de la sangre derramada y resucitada, para alimentarnos en medio de todas nuestras luchas, para acompañarnos en nuestro seguir sus pasos queriendo vivir su vida… la única manera de que logremos atravesar este desierto terrenal y lleguemos a la patria prometida, a ese cielo nuevo y tierra nueva donde el dolor, el llanto y la muerte no tienen cabida.
  • “Salió el sembrador a sembrar”

Los dones que Dios nos da nunca nos los quita. Nos ha hecho seres libres y nunca irá en contra de nuestra libertad. Tratará de convencernos de su buena noticia, de que es la mejor noticia que podemos oír, tratará de conquistar nuestro corazón convenciéndonos de lo mucho que nos quiere, inventará la eucaristía para quedarse de una manera sacramental con nosotros, nos regalará su palabra luminosa… y se quedará esperando nuestro sí o nuestro no. Nunca irá en contra de nuestra libertad. Nunca empleará su poder para torcer nuestra voluntad y que le aceptemos a la fuerza. Es la lección de la parábola del sembrador, que tantas veces le hemos escuchado. Después de sembrar su palabra, después de ofrecernos todos los regalos que acabamos de nombrar… quedará expectante esperando nuestra libre respuesta. Si le rechazamos o si le aceptamos. Llorará, como ante Jerusalén y sus habitantes, si le damos la espalda. Se alegrará profundamente si le aceptamos y gozamos con la vida abundante que nos ofrece.
Fray Manuel Santos Sánchez 
Real Convento de Predicadores (Valencia) 

No hay comentarios:

Publicar un comentario