Alzo la mirada hacia el espacio azul, allá donde los planetas navegan en silencio, entre la inmensidad y la indiferencia aparente y misteriosa del Universo. Allí está nuestra bellísima y pequeña Tierra, vagando en un arrabal de esos infinitos mundos, llevando la pesada carga de todas nuestras penas, grandezas y miserias. En ese cosmos eternamente convulso y de fuego somos la brevedad, pero también la conciencia. Aunque nos dicen que estamos hechos con apenas un puñado de arena y polvo de estrellas errantes, afirmo que es muy grande nuestra misión: hacer que triunfen en ella la bondad y la alegría, la concordia y la vida. Ha llovido. Y aparece el arco iris sobre el río, como una bandera izada en lo más alto, ajena al capricho de los vientos. Y pienso en Cataluña, cuando duda de su destino. Pienso en Cataluña, desde Asturias, al pie de estos montes rebeldes que defendieron nuestra libertad y la libertad de todos.
Hemos también de hacer otros deberes, no por humildes menos importantes: recoger y acarrear la leña para el invierno, y sembrar las flores para celebrar la primavera, que amáis y que expresáis con el hermoso gesto de regalaros libros y rosas, lo que tanto dice de vosotros. Hemos de caminar, al paso, hacia las cumbres de nuestras montañas para aspirar la pureza de su aire, y beber el agua, fresca y cristalina, que brota tan libre como queremos ser. Hemos de separar el trigo sano y generoso de la planta de la codicia que nos humilla y avergüenza. Nos quedan, en fin, largos días para reflexionar y maravillarnos ante la incierta e infinita complejidad del mundo, y para no rendirnos ante su tantas veces incomprensible crueldad. Para saber de tus sueños verdaderos, Cataluña, quién mejor que los que han caminado contigo siglos y siglos a la búsqueda de la dignidad, de la belleza, de la honradez, de la humildad, y del afán de emprender, no para acumular riquezas, sino para repartirlas con justicia y en paz. Caminemos para que nunca se desvanezca la pasión por engrandecer nuestras vidas. No dejemos nunca de soñar, incluso en imposibles, como querer desentrañar el misterio del origen de todo y el porvenir que nos espera. Siempre aprenderemos algo nuevo. España también eres tú, Cataluña, porque la has hecho junto a otros pueblos, que admiran tu lengua y la entienden sin saberla, y que tienen también el mismo Sol, la misma estrella que guió la navegación y los pasos de Ulises hacia Itaca.
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