domingo, 19 de mayo de 2013

POSTURAS Y GESTOS (1).

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1. Introducción

1. ¿Por qué razón son necesarios los gestos y actitudes corporales en la oración litúrgica? Por la naturaleza del hombre: por lo que es individualmente, y por lo que es colectivamente.
El hombre es alma y cuerpo, y si bien hay una supremacía del alma sobre el cuerpo -por el ser el alma espiritual-, no puede prescindir del cuerpo. Ambos elementos constituyen el ser humano, y hacen a la perfección del mismo. Por eso resucitaremos, es decir, volveremos a tomar nuestros cuerpos, sea para gozar eternamente en el Cielo, sea para sufrir eternamente en el Infierno. El alma no se santifica sino a través y en un cuerpo; recibe los efectos espirituales de los sacramentos a través de la materia (la que constituye el sacramento; la que conforma el cuerpo).

"En el hombre lo material y lo espiritual no están yuxtapuestos, sino unidos, y esta unión no es composición de dos cosas distintas, sino correlación interna de dos elementos de un mismo y único ser; esta unión es propiamente una unidad, y una unidad substancial; por eso un culto puramente espiritual no sólo no sería humano y debería rechazarse, sino que es sencillamente imposible" (Dom Capelle)

2. Por otro lado, el hombre es un ser social, y más aun, el cristiano pertenece a una sociedad sobrenatural, la Iglesia católica. Ahora bien, para manifestar los estados interiores del alma, los sentimientos del corazón, es necesario que ellos se hagan visibles a través de los gestos y actitudes. Pero en la liturgia no se trata de exteriorizar mis estados emocionales, mi devoción personal, sino de algo objetivo: la devoción de la Iglesia, maestra consumada de espiritualidad; la primera escuela de oración es la liturgia. Ella nos lleva de la mano al espíritu de adoración, de acción de gracias, de compunción, etc.
"La religión tiene actos interiores, que son como principales y pertenecen por sí mismos a esta virtud, y tiene actos exteriores que son como secundarios y ordenados a los interiores". (S.T., II-II, q.81, a.7)
POSTURAS Y GESTOS (1)

1. Introducción

1. ¿Por qué razón son necesarios los gestos y actitudes corporales en la oración litúrgica? Por la naturaleza del hombre: por lo que es individualmente, y por lo que es colectivamente.
El hombre es alma y cuerpo, y si bien hay una supremacía del alma sobre el cuerpo -por el ser el alma espiritual-, no puede prescindir del cuerpo. Ambos elementos constituyen el ser humano, y hacen a la perfección del mismo. Por eso resucitaremos, es decir, volveremos a tomar nuestros cuerpos, sea para gozar eternamente en el Cielo, sea para sufrir eternamente en el Infierno. El alma no se santifica sino a través y en un cuerpo; recibe los efectos espirituales de los sacramentos a través de la materia (la que constituye el sacramento; la que conforma el cuerpo).

"En el hombre lo material y lo espiritual no están yuxtapuestos, sino unidos, y esta unión no es composición de dos cosas distintas, sino correlación interna de dos elementos de un mismo y único ser; esta unión es propiamente una unidad, y una unidad substancial; por eso un culto puramente espiritual no sólo no sería humano y debería rechazarse, sino que es sencillamente imposible" (Dom Capelle)

2. Por otro lado, el hombre es un ser social, y más aun, el cristiano pertenece a una sociedad sobrenatural, la Iglesia católica. Ahora bien, para manifestar los estados interiores del alma, los sentimientos del corazón, es necesario que ellos se hagan visibles a través de los gestos y actitudes. Pero en la liturgia no se trata de exteriorizar mis estados emocionales, mi devoción personal, sino de algo objetivo: la devoción de la Iglesia, maestra consumada de espiritualidad; la primera escuela de oración es la liturgia. Ella nos lleva de la mano al espíritu de adoración, de acción de gracias, de compunción, etc.
"La religión tiene actos interiores, que son como principales y pertenecen por sí mismos a esta virtud, y tiene actos exteriores que son como secundarios y ordenados a los interiores". (S.T., II-II, q.81, a.7)

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