jueves, 23 de mayo de 2013

OPORTUNIDAD PERDIDA; POR RAFAEL SÁNCHEZ SAUS.




Diario de Cádiz

 
 

 

Oportunidad perdida


RAFAEL / SÁNCHEZ SAUS | ACTUALIZADO 23.05.2013 - 01:00

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ESTÁ visto que en las áreas sociales que la izquierda maneja a su antojo desde hace treinta años -especialmente salud y enseñanza- no puede soportar reformas grandes ni pequeñas que no procedan de ella misma y profundicen su hegemonía. La oposición es igualmente intransigente ante medidas tibias o robustas, ya que lo que se discute en el fondo es la legitimidad de la derecha para plantearlas. Sólo eso explica su cerrada defensa de un sistema educativo que, de puertas adentro, los socialistas reconocen indefendible por sus resultados, con el índice de fracaso escolar más alto de la OCDE, un fracaso que se ensaña precisamente con las clases más humildes. 

La escandalera formada ante la mera posibilidad de que el PP se haya propuesto restaurar el ruinoso edificio educativo español, que la izquierda política y sindical considera de su exclusiva propiedad, pudiera hacer pensar a muchos que la Lomce es la ley que se necesita. Grave error. Lo lógico por parte de un Gobierno reformista sería, una vez tomada la decisión de cambiar este sistema desahuciado, hacerlo con firmeza y atendiendo a las causas primeras del desastre actual. Esas causas, como ha denunciado Benigno Blanco, presidente del Foro Español de la Familia, están en el imaginario pedagógico de la izquierda, elevado a rango de ley durante décadas con exclusión radical de cualquier otra propuesta, "una visión de la enseñanza que huye de la virtud, del esfuerzo, de la competencia y de la libertad". Eso, pues, es lo que habría que corregir, algo que ni se plantea una ley tan poco ambiciosa como la Lomce. 

Libertad, he ahí la clave para una enseñanza de calidad y a la altura de una sociedad democráticamente madura. El problema es que la Lomce, aunque suponga un avance en todos los frentes donde se juega el futuro de la educación, se queda corta en todos ellos por timidez frente a la izquierda y por no promover la decidida apuesta por la libertad que la sociedad respalda cada vez que se le ofrece la posibilidad de elegir. Acierta, pues, Benigno Blanco cuando considera "imprescindible introducir más libertad en el sistema, mucha más transparencia para que los padres pudiéramos elegir la mejor educación con los mejores sistemas pedagógicos para nuestros hijos e introducir competencia entre los centros y avanzar hacia la calidad". Eso sí que sería revolucionario.

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