sábado, 11 de mayo de 2013

EL TERROR DE LOS NIÑOS; POR ALFONSO USSÍA.

La Razón



Montoro aterroriza a los niños. Algo intuyen los inocentes. Un artista del guiñol ha creado un muñeco con las facciones del ministro de Hacienda. Los niños han cambiado mucho y ya no aplauden a Caperucita sino al Lobo, y cuando sale el monstruo se ríen y lo festejan. El guiñolista me lo contaba en una fiesta de cumpleaños de un niño. «He tenido que inventarme un malo nuevo. Elegí a Montoro como modelo. Y va a comprobarlo durante la función. Sale Montoro y todos los niños se ponen a llorar».
Aguardé hasta el inicio de la función. Caperucita abandonó el escenario más entre pitos que entre vítores. No es creíble. Y además, se ha demostrado que no era nada ejemplar con su pureza. Expertos en la materia aseguran que se la tiraba el Lobo Feroz. El Lobo no cae mal ni bien. Los niños lo consideran un personaje tópico. La abuelita es completamente idiota. Una abuelita que no reconoce a su nieta no puede ser tomada en serio. Y el cazador cae mal por la cosa ecologista. Entonces el guiñolista cambió el cuento. El Lobo y Caperucita se unen para que el primero se coma a la abuela y ella herede la casita del bosque con el fin de proceder a los fornicios con más tranquilidad. El cazador se ha convertido en un guardia rural que busca a un malvado. Y el malvado es Montoro. Cuando el ministro aparece en el guiñol todos los niños gritan y se ponen a llorar. Entonces llega el guarda, detiene a Montoro, le da unos cuantos estacazos en la cabeza, y la ovación es unánime.
Rajoy no estuvo en el «cumple» y sigue confiando en Montoro. Pedro Shwartz, gran economista -¿Dónde «shwartz» con mantón de Manila/ dónde «shwartz» con vestido chiné?-, ha propuesto establecer una cota máxima del 18% en el IRPF. De esa forma, los contribuyentes dejarían de ser unos esclavos y la recaudación no variaría en exceso. Con un 18% no se trampea. Y el ex ministro de Zapatero Miguel Sebastián –enhorabuena por su cívico coraje enfrentándose a violentos huelguistas presumiblemente estudiantiles–, ha afeado a su jefe, Rubalcaba, el apoyo al aumento fiscal, afirmando que la única oposición a las medidas depredadoras del Gobierno la lleva a cabo Esperanza Aguirre.
Interesante resulta –si bien se queda corto–, el estudio de la Plataforma Civismos. Para pagar a hacienda, los afortunados que cobran por nómina, necesitan trabajar 130 días al año para la Agencia Tributaria. Creo que son más días, unos 170 días al año lo que se precisa para que el malvado Montoro no te mande a los guardias. Y el presidente del BBVA, Francisco González, ha propuesto bajar los impuestos inmediatamente para dar más confianza a los ciudadanos y a los mercados. El problema, como manifestó Esperanza Aguirre, es que a Montoro sólo le gusta subir los impuestos. Y si el desencanto se agudiza, subirlos más para no se sabe qué, porque el Estado sigue sin adelgazar y los gorrones del sistema se mantienen en sus altas comodidades.
Así está el patio. Lo malo es que los niños también se han sumado a la animadversión que produce el peculiar y extravagante ministro que manda sobre Rajoy. Rajoy está por debajo de Montoro, y éste a su vez, muy por debajo de Ángela Merckel. De Guindos va a lo suyo, y como habla bien el inglés, carga en Europa con los desajustes de su colega. No se recauda más acogotando a los contribuyentes con más impuestos. Y los niños oyen hablar a sus padres en casa, y descubren que el padre no sonríe ni juega con ellos como antes, y ven a Montoro salir en el mínimo escenario de un guiñol, y la fiesta se acaba. Todos gritan aterrorizados y lloran. Incompetentes. Los gobernantes, no los niños.

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