Sección - Marinero en tierra
Educación
ingobernable
Ayer asistimos a la segunda huelga de la educación pública
convocada durante la legislatura del presidente Rajoy. Con independencia de las
sufridas cifras sobre la valoración del éxito de la convocatoria, la parte
estatal o mal llamada pública del sistema educativo español parece
ingobernable. En los años ochenta del pasado siglo la LOGSE y la LRU sentaron
las bases de un sistema público educativo casi inamovible, casi indiscutible, casi
irreformable y casi indestructible. De hecho, los moderados intentos de reforma
propuestos por mayorías no socialistas no sólo fueron derogados sin la mínima
piedad (recuerden la reforma de Pilar del Castillo) sino arrinconados y
olvidados sin el mínimo discernimiento.
La oposición política a Rajoy podría tener una ocasión
inmejorable para demostrar que su voluntad de pactos es sincera si colaborase
en la gobernabilidad del sistema educativo. No se trata de proporcionar un
cheque en blanco a Rajoy y al gobierno del PP, se trata de mostrar sinceridad
en la voluntad de conseguir pactos serios que permitan un sistema estable,
sostenible, competitivo y viable.
La oposición al gobierno ya tiene sobre la mesa documentos y
propuestas que no puede despreciar. No me refiero a los diferentes borradores
de Ley para reformar el sistema educativo no universitario, sino los documentos
elaborados por expertos para mejorar el sistema educativo universitario. Estos
documentos están siendo discutidos por las correspondientes comunidades educativas
y los argumentos que aparecen en el debate muestran que el tribalismo, la
politización, la partidización y la sindicalización no favorecen la altura de
miras que necesitan las próximas generaciones.
Aunque la oposición tenga sobre sus espaldas el peso de la
responsabilidad, el gobierno tiene sobre las suyas el peso de la
gobernabilidad. Es probable que la educación en España nunca haya sido tan
ingobernable como en este momento. Primero porque las autonomías incumplen las
sentencias de los tribunales que exigen la aplicación de las leyes. Segundo
porque en la propia administración educativa no se dispone de un relato
coherente, sólido y atractivo que inspire las urgentes medidas necesarias que
se deben tomar. Tercero porque el gobierno parece acomplejado para sintonizar
con los profesionales de la educación descontentos con tanta inmovilización
educativa. Y en cuarto lugar, porque faltan militantes, votantes, ciudadanos y
agrupaciones serias de profesionales para recordar al gobierno que el relato
económico del ajuste es administrativamente necesario, pero moral y
políticamente insuficiente.
Agustín DOMINGO MORATALLA
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