domingo, 10 de marzo de 2013

¡DETENTE!


          
 ¿Donde crees que vas tan deprisa por esta vida? ¿Hacia donde nos dirigimos si no tenemos tiempo para casi nada? ¿Somos conscientes que se nos escapan los días sin habernos detenido ni un segundo para ver las cosas según su dimensión e importancia?

El frenético ritmo que la Sociedad nos marca hace que perdamos, en muchas ocasiones, el sentido de la realidad, vamos de un lado para otro mirando el reloj y no nos paramos a pensar como va todo en nuestras vidas, como desarrollamos el día a día, como afrontamos nuestra fe para llevar a cabo lo que tenemos asignado por Dios Padre.

Se ha perdido la serenidad, lo pausado, hacer las cosas de forma tranquila y sosegada, el ejecutar muchas cosas a la vez no quiere decir que se hagan bien ni sean eficaces a medio o largo plazo. La inmediatez está derribando nuestros cuerpos por culpa de ese estrés maldito en cuyos brazos todos caemos en uno u otro momento.

Por eso te digo, y me digo, aprovechando este tiempo de Cuaresma: ¡Detente!

Sé que lo que te estoy pidiendo es muy difícil porque tienes tantas cosas que hacer,  tantos apuntes en la agenda, tantas obligaciones y ocupaciones que los días se marchan sin oportunidad de haberlos, al menos, vivido. Pasamos por la vida sin dejar huella porque no nos da tiempo a pisar con fuerza cuando estamos de un lado para otro.

Estas fechas, que nos evocan todo lo contrario a las prisas y al estrés, este tiempo litúrgico de la Cuaresma para todos los cofrades se vive de forma frenética: Preparación Cultos Cuaresmales, reparto de túnicas, postulación, envíos de boletines y cartas varias, reuniones y más reuniones, trabajo y más trabajo para preparar la Salida de Penitencia de las correspondientes Hermandades en los días que según sus Estatutos o Reglas marquen. Con tanto ajetreo, con tanta actividad, con tanto estrés, con tantas cosas, con tantos actos vamos perdiendo el sentido de vivir y gozar  la Cuaresma como un tiempo para intimar con Dios, con su Palabra, con lo que nos dejó dicho Jesucristo. Necesitamos realizar todo lo que llevamos para adelante aunque sin descuidar nuestros depósitos espirituales que se vuelven en imprescindibles para nuestro particular día a día.

Es muy aconsejable el realizar unos Ejercicios Espirituales, mejor si duran varias jornadas, los cuales sitvan de desintoxicación para nuestras almas, así como pararse a meditar y reflexionar por los derroteros que estamos cogiendo, acertada o desacertadamente, y que por culpa de las malditas prisas no nos deja ver ni el horizonte. Tenemos que pararnos para sentir el Abrazo de Dios Padre, sentirnos que somos sus hijos amados y que por Amor entregó a Su Unigénito a la muerte, con el único fin de redimir nuestros pecados, para que consigamos alcanzar la salvación de nuestras almas. Para eso es necesario detenerse, parar en seco, mirar, reflexionar, orar y confesarnos de nuestros pecados, de esas pesadas lozas que nos hunden cada vez más.

Con esto no quiero decir, ni por asomo se me ocurre tal cosa, que los cofrades que están dedicados en cuerpo y alma a sus respectivas Hermandades dejen de realizar las necesarias funciones que son imprescindibles para que la Salida Penitencia se haga con la máxima solemnidad, con el máximo decoro, con el máximo respeto porque están realizando una importante labor de evangelización, una catequesis pública que representa los momentos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios hecho Hombre.

Con este artículo lo que quiero trasladaros es que en estas fechas tan importantes para los cristianos nos detengamos, aunque sean unos minutos al día y dediquemos tiempo a la oración, a conocer más a Dios para conocernos nosotros mismos. Hace falta detenerse porque con tantas prisas pasa el tiempo muy rápido y al final nos paramos cuando ya es demasiado tarde.

Jesús Rodríguez Arias


           


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