sábado, 17 de noviembre de 2012

UNA IZQUIERDA A LA DERIVA; POR J. A. GUNDÍN

La razón
Vueltas de tuerca


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Una izquierda a la deriva; por J. A. Gundín
Diccionario Inteligente
16 Noviembre 12 - - J. A. Gundín
A nadie puede extrañar que fracasara la huelga general si quienes sujetaban la pancarta bien podrían haberse quedado en casa haciéndole cucamonas a los nietecitos. Entre los ocho sindicalistas que abrían la comitiva sumaban más de 450 años, así que resultaba una redundancia el eslogan «Nos dejan sin futuro». Habría sido más apropiada una frase «vintage» rescatada del fondo de armario, algo así como «Devolvednos al pasado». Sin embargo, no es la acumulación de trienios lo que lastra el sindicalismo, pues lo que se pierde en vitalidad se gana en experiencia, sino la artrosis ideológica y la pérdida de credibilidad entre los ciudadanos. El miércoles quedó bien claro: casi nadie secundó el paro, mientras que la manifestación de los cabreados, que son legión, sí logró hacerse notar. Fue como decirle a los sindicalistas: estamos indignados, pero vosotros no nos representáis. De ahí que las proclamas triunfalistas de Méndez y Toxo sonaran a hojalata, para vergüenza ajena de buena parte de la izquierda.


    Lo cierto que UGT y CC OO, que han uncido sus destinos a la carreta socialista, han desembocado en un callejón sin salida. Entre los dos sindicatos no reúnen ni el 10% de los trabajadores en activo, han perdido un cuarto de millón de afiliados en los últimos años y resulta exótico encontrar a un joven de menos de 30 años en sus ficheros. Algo muy parecido a lo que le sucede al PSOE, que de celebrarse hoy unas elecciones generales sacaría menos votos y menos escaños que en noviembre pasado. Pese a hundiese en las elecciones de Galicia hasta la popa, siguen actuando sin percatarse de que el chapapote ideológico los tiene inmovilizados. Y eso no es bueno para España. Los sindicatos son necesarios para la salud democrática y la articulación de los intereses obreros, pero necesitan una regeneración de ideas y de equipos que les devuelva la confianza de la gente, que oxigene el olor a rancio y que dé a conocer públicamente sus cuentas. So pena de momificarse agarrada a la pancarta, la vieja guardia, que se apoltronó en las cálidas tardes de la abundancia, debe dejar paso a una nueva generación con lenguaje, criterios y sensibilidad distintos. Es decir, una refundación en toda regla, de igual profundidad o mayor que la del PSOE. Los ciudadanos no están cansados de la política, sino del politiqueo y no es verdad que abominen de los políticos, sino de los politicastros de vuelo gallináceo. Ahí está, aún caliente y humeante, el caso de los desahucios, en el que Rubalcaba ha perdido la ocasión de colocar al PSOE al lado de la responsabilidad, en vez de sucumbir a la demagogia. No será así como los dirigentes socialistas recuperen el centroizquierda que les ha permitido gobernar durante 22 años.

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