martes, 20 de noviembre de 2012

¿QUÉ TIENEN QUE VER LA UNIVERSIDAD EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Y EL AÑO DE LA FE?; POR NÉSTOR MORA


¿Qué tienen que ver la Universidad en la Nueva Evangelización y el Año de la Fe?



Esta es una pregunta que nos puede llevar a una respuesta extensa y compleja. No es mi intención rebasar los límites de una reflexión breve fundamentada
en el mensaje de conclusión del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización.
Tomamos el punto décimo del mensaje, que trata directamente sobre: El Evangelio en diálogo con la cultura y la experiencia humana y con las religiones. En este punto existen dos párrafos que nos pueden ayudar en la reflexión:
“El encuentro entre fe y razón nutre el esfuerzo de la comunidad cristiana en el mundo de la educación y la cultura. Un lugar especial en este campo lo ocupan las instituciones educativas y de investigación: escuelas y universidades. Donde se desarrolla el conocimiento sobre el hombre y se da una acción educativa, la Iglesia se ve impulsada a testimoniar su propia experiencia y a contribuir a una formación integral de la persona.”
La universidad es un espacio privilegiado para la Nueva Evangelización. Privilegiado porque en ella se produce el encuentro entre fe y razón dentro de la formación integral de la persona. Quizás en las universidades públicas parezca que este encuentro ha quedado fuera de contexto, pero no es así. Todo lo contrario, aunque en las universidades no confesionales, fe y razón parecen antagonistas sin espacio para el diálogo, se encuentran y dialogan, dentro de cada alumno y profesor. Este encuentro suele ser callado y secreto, ya que existe un cierto temor a evidenciarlo. Hace unos días hablaba con un amigo sobre los criptocatólicos que se pasean las aulas y pasillos de muchas universidades. Son alumnos y profesores que llevan la fe en su interior, pero que no llegan a mostrarla ante los demás. Los demás nos enteramos que son personas de fe, cuando los vemos en actividades eclesiales, externas a la universidad.
Si pensamos en una persona con una integridad en su ser, es muy complicado justificar que seamos personas diferentes, según donde estemos. Esta ruptura del ser de la persona evidencia que está rondando el enemigo y su sabia estrategia disgregadora. Si nuestro ser se encuentra dividido en función de donde estemos, aparece una herida interior que nos hace sufrir.
Dentro de las universidades también existe otro ámbito donde la fe y la razón se encuentran: el diálogo con el conocimiento científico:
“Un particular ámbito de encuentro entre fe y razón se da hoy en el diálogo con el conocimiento científico. Éste, por otro lado, no se encuentra lejos de la fe, siendo manifestación de aquel principio espiritual que Dios ha puesto en sus criaturas y que les permite comprender las estructuras racionales que se encuentran en la base de la creación. Cuando la ciencia y la técnica no presumen de encerrar la concepción del hombre y del mundo en un árido materialismo se convierten, entonces, en un precioso aliado para el desarrollo de la humanización de la vida. También a los responsables de esta delicada tarea se dirige nuestro agradecimiento”
En este párrafo, los Padres Sinodales señalan dos diálogos muy interesantes: ciencia-fe y tecnología-fe. Ambos diálogos son actuales e importantes. La ciencia y la fe no tienen razón de estar separadas, ya que la ciencia nos permite encontrar y entender “las estructuras racionales que se encuentran en la base de la creación”. Querer utilizar la ciencia como arma contra la fe es una perdida de tiempo y de esfuerzo. Más bien deberíamos a aprender a compartir la ciencia y utilizarla para el bien común de toda la sociedad y como herramienta evangelizadora. Precisamente es ahí donde surge el otro diálogo: tecnología y fe. Tecnología que es la herramienta que nos permite utilizar el conocimiento para el bien común. El relativismo ha emborronado el bien común y lo ha supeditado a los deseos y aspiraciones personales de cada uno de nosotros. Como el relativismo no acepta referencias externas al mismo ser humano, corrompe las referencias internas, para ajustarlas al bien ideológico del momento. La tecnología es una herramienta neutra que puede servir para el bien común o para el bien ideológico. Si dejamos que la herramienta sea utilizada por quienes propagan el relativismo y el anticristianismo, estamos dando un paso atrás en el diálogo y rehuyendo nuestra responsabilidad como cristianos.
La Iglesia tiene un gran reto en este diálogo tecnología-fe, y debe ser capaz de dar un paso adelante y liderar la utilización de la tecnología para el bien común. En otras épocas lo ha hecho. ¿Por qué no ahora?


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