Hace unos años impartí una charla en un colegio sobre la necesidad de incluir una asignatura de buena educación (vs. urbanidad) en el sistema educativo. Para cerrar mi exposición hacia referencia a una campaña impulsada por el Gobierno de Aragón en el año 2000 y  que llevaba  por título “Hoy, sé amable, hoy serás más feliz”. Estaba patrocinada por la Fundación Humanismo y Ciencia y presidía su Comité de Honor  S.M. la Reina Dª Sofía.
En ella se incitaba a niños y mayores a recuperar las buenas maneras, fomentando la urbanidad entre los ciudadanos. Se explicaba que “para ser educado no es necesario saber de etiqueta o protocolo, basta con no olvidar las tres palabras mágicas: Por favor, gracias y perdón“.
Hoy domingo hojeando la prensa he leido una noticia sobre un joven banquero ateo que se había convertido al cristianismo y que en su primera oración que rezó empleó estas tres palabras mágicas: “Perdón (por lo que he hecho mal), gracias (por morir por mí, aunque esto no lo entendía realmente), por favor (ven a mi vida)”. Todo un ejemplo de “Buenas maneras” en el trato con Dios.