martes, 20 de noviembre de 2012

LOS SIN NOMBRE DE CHINA.


  • Internacional | La Gaceta

    Los sin nombre de China
    MENORES SIN HOGAR

    6 COMENTARIOS RAQUEL CÉSPEDES
    La muerte de cinco niños chinos en un contenedor de basura pone de manifiesto una de las lacras más graves de la segunda potencia del mundo, la mendicidad infantil.
  • Sus endebles cuerpos yacían sobre las toneladas de basura de un reducido contenedor que ante la llegada de las gélidas temperaturas era un deseado refugio. Desprovistos de cualquier elemento que les conectara con la vida -afecto, familia o un hogar-, no cejaron en su intento de sobrevivir en esa injusta realidad a la que estaban condenados. Fue su instinto de supervivencia, maldita paradoja, lo que segó la vida de cinco niños sin hogar en China. Un recolector de basura de la ciudad de Bijie halló los cadáveres de los pequeños de diez años en un contenedor que medía 1,5 metros de largo por 1,3 metros de ancho. Los menores fallecieron por intoxicación con monóxido de carbono, tras quemar carbón para resguardarse de las bajas temperaturas que aquella noche golpeaban a la provincia montañosa de Guizhou, que en esta época llegan a alcanzar los 6 grados bajo cero. 
    Las autoridades de seguridad locales identificaron a tres de las víctimas, todas del distrito Qixingguan y se continúa indagando la identidad de las otras dos. Son niños sin nombre, sin pasado y mucho menos con futuro. Desposeídos de inocencia, los niños chinos sin hogar es un drama que debería ruborizar a la segunda y postulante primera potencia mundial. Según el Ministerio de Asuntos Civiles del Gobierno chino un total medio millón de niños mendigan por la calles de China, según datos de 2010. Sin embargo, las ONG cifran en más de un millón los niños sin hogar en el país asiático.
    La alarma social suscitada en la sociedad hizo que el Gobierno chino intensificara el año pasado el control sobre este colectivo desfavorecido y ha prometido la construcción de más centros de refugio. Por ejemplo, las autoridades de Aksu y Kashgar, en la Región Autónoma Uigur de Xinijiang, la provincia más grande del país, llegaron a invertir hasta 5,5 millones de yuanes (687.469 euros) en dos centros para niños sin hogar, en un intento por abordar los problemas de los menos desamparados.
    Pero la falta de medios y diligencia de algunos de estos centros acaba agravando más aún el drama que viven miles de niños sin hogar. Ma Li, quien dirige un de estos albergues sociales en la provincia de Jiangsu, dijo a China Daily que las muertes de los cinco menores el pasado viernes ha expuesto este grave problema. "Los centros de rescate no tienen una manera efectiva a largo plazo para ayudar a estos niños, ya que sólo puede proporcionar alimento y refugio para un máximo de 10 días. Después de eso, los centros de rescate están obligados a enviar estos niños a casa", dijo. Pero lo más parecido a un hogar es un contenedor o el techo de un puente.
    La desprotección de estos niños les hace vulnerables a manos de las abyectas mafias infantiles. El pasado mes de marzo la Policía china detuvo a 310 sospechosos de traficar con menores y liberó a 77 niños en un total de catorce provincias. Durante el pasado año, 8.660 niños y más de 15.400 mujeres han sido liberados en un total de 3.195 tramas de tráfico humano detectadas en China. Sin embargo, es difícil estimar la cantidad real de menores que mueven estas redes, ya que en muchos casos los secuestros no se denuncian o incluso son los propios padres quienes venden a sus hijos.
    En aras de conseguir algún avance para erradicar esta grave lacra social la ONG Unicef y las autoridades chinas trabajan para extender un programa de ayuda y protección para niños y niñas sin hogar, que ya se ha empezado a implantar con cierto éxito en la ciudad de Zhengzhou, capital de la provincia de Henan. Este proyecto, basado en la dispensación de alimentos, medicamentos y compañía, ha ayudado a niños como Xie Pei, de 14 años, que huyó de su casa por tener problemas con su familia. “Tuve una pelea con mis padres. Después me fui de casa”, relata. “Nada más llegar a Zhengzhou, dormí en la plaza que hay delante de la estación. Con el dinero que conseguía vendiendo botellas podía comprar comida.”
    En la actualidad Unicef está ayudando a capacitar a los funcionarios que se dedican al cuidado de los niños de la calle y está elaborando junto al Ministerio de Asuntos Civiles un plan piloto de cinco años para desarrollar un sistema basado en el bienestar de la comunidad infantil.
     

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