lunes, 19 de noviembre de 2012

HUELGA Y CIVISMO; POR AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA.


Sección - Marinero en tierra
Huelga y civismo    

Pocos días antes de la huelga tuve ocasión de hablar con un compañero sindicalista sobre los motivos, las previsiones de asistencia y las novedades de la huelga. Estuvimos un largo rato charlando sobre el carácter internacional de la protesta y la asombrosa coordinación que se había producido con los sindicatos griegos, italianos y portugueses. Aunque la situación de los cuatro países es muy diferente, me recordó que estaba naciendo una nueva cultura sindical porque se ponían en marcha iniciativas cívicas relacionadas con prácticas de consumo justo, sobriedad en los gastos familiares y transmisión a los hijos de hábitos de iniciativas no violentas de participación ciudadana.

La conversación no tuvo desperdicio y el entusiasmo con el que me comentó estas iniciativas me pareció digno del mayor respeto. En un contexto como el educativo donde las estrategias de participación e integración institucional no siempre están presididas por la sensatez, esta vez me parecía que estaba asistiendo a una loable transformación del discurso sindical.

Coincidimos en la necesidad de hacer reformas para mantener la viabilidad de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, la universalidad de uno de los más desaprovechados y peor gestionados sistemas educativos del planeta y la falta de ejemplaridad e incluso profesionalidad de gran parte de nuestra la clase política. Incluso coincidimos al valorar las medidas que el gobierno estaba tomando, no porque no fueran necesarias sino porque los nuevos cargos estaban despreciando las formas, desconocen la administración, desprecian a sus profesionales, carecen de memoria social y, lo que es más grave, excluyen a los mejores. Le advertí que carecía de autoridad para hacer esos juicios porque lleva dos décadas promoviendo la mediocridad institucional y condenando la promoción de una cultura de la excelencia en los servicios públicos.

Unas horas después de nuestra conversación, el mismo escenario se llenaba de violencia. Un piquete informativo con persuasivos manifestantes pertrechados de martillos destrozaba las acristaladas paredes de la sucursal del banco de Santander instalado en el campus, justo entre las oficinas sindicales y el aulario III. Un banco con cuyas pólizas de crédito la universidad puede pagar las nóminas, debido a los retrasos en el pago de las administraciones. Entre los jóvenes trabajadores atemorizados de la sucursal destrozada, una empleada embarazada padecía horrorizada algo que las neuronas de su hijo registrarán como la primera lección universitaria de incivismo sindical. 

Agustín DOMINGO MORATALLA
Para el viernes 16 de Noviembre de 2012, en LAS PROVINCIAS. GRUPO VOCENTO


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