viernes, 9 de noviembre de 2012

EL CONOCIMIENTO DE DIOS NO LO OBTENEMOS SOLO POR LA FE.




Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, viernes 9 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Con el fin de seguir profundizando sobre la importancia y vigencia de la filosofía en los estudios teológicos, así como el aporte de aquella en temas actuales como es la bioética, ofrecemos la última parte de la entrevista al filósofo español, doctor Leopoldo Prieto, presbítero de la archidiócesis de Madrid y catedrático de la flamante Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid.
A principios del año pasado, se dio un cambio en los programas de estudios de los seminarios, en referencia a la filosofía. ¿Qué se modificó y por qué fue necesario hacerlo?
--Leopoldo Prieto: La constitución apostólica Sapientia Christiana, que regulaba la actividad de las universidades eclesiásticas y de los seminarios, donde se forman los aspirantes al sacerdocio, establecía un determinado número de años de filosofía y de teología, con unas pautas que en lo esencial permanecen invariadas. Sin embargo, la Iglesia ha observado que quizás en estos años no se ha prestado suficiente atención --y este me parece que es el aspecto más llamativo del documento del 28 de enero del año pasado, presentado por la Congregación para la Educación Católica--, al valor irrenunciable de la filosofía según la mente de Tomás de Aquino. Esta observación de la Iglesia ha ido tomando cuerpo claramente, llamando la atención sobre el papel imprescindible de santo Tomás, no solo como maestro en general de doctrina, sino como maestro en particular de determinadas cuestiones filosóficas.
Entonces se pone un nuevo énfasis en la filosofía de Tomás de Aquino...
--Leopoldo Prieto: Sí, llamando en particular la atención sobre algunos criterios fundamentales de su filosofía: la existencia de una realidad independiente del hombre, dotada de un modo propio de ser, cuyo estudio compete a la metafísica; la capacidad del espíritu humano de conocer con verdad, aunque gradualmente, qué y cómo son las cosas, etcétera. En definitiva, se reitera que el conocimiento del mundo, del hombre y de Dios se puede alcanzar con una sana orientación realista, inspirada fundamentalmente en la filosofía de santo Tomás, aunque no cerrada a otras corrientes sanas que aporten elementos válidos de pensamiento y reflexión. El conocimiento de Dios no solo lo obtenemos de la fe. Que Dios existe y que de un cierto modo lo conocemos por la razón. A partir de esos datos (existencia divina y ciertos atributos racionalmente conocidos por el hombre) prosigue la fe. Otro aspecto colindante con la fe, pero perteneciente al patrimonio de la razón es que –y esto es importante decirlo en nuestro tiempo--, si bien existe un mundo que es estudiado en detalle por la ciencia experimental, el hombre no pertenece en exclusiva a este mundo material, sino que tiene un espíritu en virtud del cual es imagen viviente de Dios. Por eso el hombre es ciudadano de dos mundos, el físico y el espiritual.
¿Y qué filósofos han sido importantes en el siglo XX?
--Leopoldo Prieto: Los filósofos que mayor influjo han tenido en el siglo XX son dos. El primero es Edmund Husserl. Es el fundador de la fenomenología, una escuela que pretende un nuevo modo de hacer filosofía para, liberándose del idealismo y del psicologismo, retornar a las cosas mismas y que éstas hablen. De hecho las cosas hablan. Solo hay que estar atento a su lenguaje. Pues bien, el lenguaje de las cosas es su manifestarse, su mostrarse o darse a conocer. Mostración o manifestación se dice fenómeno. De ahí el término fenomenología. La fenomenología pretende ser una descripción de las cosas de acuerdo a su modo de presentarse o dársenos a conocer. Es interesante indicar que Husserl, que había sido inicialmente un matemático y que pretendía hacer de la filosofía una ciencia estricta, introduce un nuevo modo de considerar la naturaleza de la filosofía que es muy sano, aunque en su propia andadura el tono inicialmente realista se fue progresivamente transformando en una filosofía de tipo idealista.
Habló de dos filósofos…
--Leopoldo Prieto: Sí. El otro gran filósofo, imprescindible para comprender el siglo XX, es Martin Heidegger, un pensador brillante en sus análisis históricos, pero carente de sistematicidad (por exigencias de su propia filosofía) desde el punto de sus elaboraciones teóricas. Heidegger, que había sido discípulo de Husserl, se distanció del maestro y terminó convirtiendo la fenomenología en un análisis de la existencia humana. Dio así origen al llamado existencialismo. Aunque no es muy riguroso, y creo que en una entrevista puede decirse, la fenomenología era una suerte de platonismo y el existencialismo --como filosofía atenta a lo individual, concreto e irrepetible de cada hombre--, sería una suerte de aristotelismo. Asistimos así en el siglo XX con Husserl y Heidegger a la reproposición de las eternas figuras del idealista y del realista, de Platón y Aristóteles redivivos.
¿Y en la segunda mitad del siglo XX?
--Leopoldo Prieto: La filosofía de los años cincuenta en adelante está muy fragmentada, y está de algún modo, desde su interior, positivamente deconstruida. El panorama filosófico desde entonces asiste al espectáculo desolador de la disolución de la razón y de la realidad en las llamadas filosofías posmodernas, en las que ha hecho presa un movimiento de desconfianza --y desesperanza diría--, progresiva de la razón, una vez que la grandilocuencia de ciertos paradigmas de la filosofía moderna (racionalismo, idealismo...) cayeron en descrédito, porque habían pretendido --quizás con un excesivo entusiasmo--, abarcar más de lo que podían contener. A la apoteosis de la razón siguió el fracaso; y al fracaso la desolación, la desconfianza y el recelo hacia toda forma de teoría filosófica. Estos filósofos posmodernos –se hace difícil llamar filósofos a personas que sustentan tales ideas--, afirman que no cabe más que una nueva actitud ante la realidad, que es más lúdica que teórica, más estética que descriptiva, más histórica que especulativa. En definitiva, tal pose filosófica depone toda pretensión de saber y decir qué son las cosas.
¿Se desarrolló acaso una filosofía cristiana en el siglo pasado?
--Leopoldo Prieto: La cuestión misma de filosofía cristiana es difícil. Hubo una discusión a inicios del siglo XX dentro y fuera de la Iglesia, a propósito de la expresión filosofía cristiana. Por ejemplo, dentro de la iglesia los dominicos y fuera de ella Heidegger, no aceptaron la expresión “filosofía cristiana”, y creo que con razón, porque la filosofía es un estudio de la realidad en el que la fe no es un momento interior suyo. Es como decir que hay una “medicina cristiana”... Es verdad que la teología contiene siempre una filosofía, pero no a la inversa. La verdadera filosofía cristiana es la teología.
Entonces, mejor no hablar mucho de ‘filosofía cristiana’…
--Leopoldo Prieto: Es verdad, y esto lo mantuvo Gilson, como filósofo y como cristiano, que se podría emplear la expresión “filosofía cristiana” solo para referirnos a un modo de razonar que supone al menos, implícitamente, las grandes ideas que por medio de la revelación nos han sido entregas: Dios Creador, Dios providente, Dios padre; y que este estilo de filosofía ha tenido una relevancia histórica, especialmente en la edad media. Pero hasta el día de hoy la cuestión sigue siendo discutida. Hay un cierto movimiento que ha retomado esta cuestión, sobre todo en círculos de la Iglesia, que es elpersonalismo, fundado por Mounier. Luego han surgido una multitud de personalismos en simbiosis con la fenomenología e incluso con el existencialismo, lo que vuelve particularmente rica, pero también especialmente confusa, la cuestión de qué es el personalismo...
Hay un tema ético, donde sí se presentan a discutir los filósofos cristianos más prácticos ¿no?
--Leopoldo Prieto: Sí, sin duda, y creo que se está aportando mucho en materia de bioética. Porque ante cosas tan aberrantes como las sugeridas por Peter Singer, por poner el ejemplo más clamoroso, según el cual hay seres humanos que no son personas (los que carecen por cualquier razón de autoconciencia) y personas que no son seres humanos (los animales de psiquismo más rico). En consecuencia con los primeros, hay una relación de legítimas acciones tales como el aborto, el infanticidio y la eutanasia; por lo que la bioética ha venido a ser uno de los campos en que la filosofía --primero especulativamente como antropología y después prácticamente como ética--, puede servir y de hecho está sirviendo seriamente a la humanidad. En este campo la Iglesia está aportando muchísimo a la bioética en términos generales. Y no precisamente con una argumentación de fe, sino de razón.
Finalmente ¿qué campo está explorando e investigando usted?
--Leopoldo Prieto: Bueno, mis intereses fundamentales se centran en la historia de la filosofía, específicamente de la filosofía moderna. Mis campos de investigación actuales son los siguientes: la filosofía tardomedieval y la llamada segunda escolástica, en particular Francisco Suárez, como campo del que surgen motivos e ideas importantes para la filosofía moderna; la historia de la ciencia moderna, sin la cual es cada vez más claro que no se conoce la filosofía moderna a fondo, acompañada y estimulada de continuo por la llamada revolución científica (de Copérnico a Newton, pasando por Galileo, Descartes, Leibniz, etcétera); la cuestión de la ley natural, frente a la invasión positivista que padece la actividad legislativa de los distintos órganos legislativos occidentales y como único criterio válido de racionalidad práctica transnacional en un mundo global como el nuestro… En fin, ¡tantas cosas! Ars lunga, vita brevis
La primera parte de la entrevista al filósofo Leopoldo Prieto puede leerse en:http://www.zenit.org/article-43566?l=spanish.

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