lunes, 19 de noviembre de 2012

"DESDE VILLALUENGA".

La información meteorológica de la semana pasada no hacía sino prever que el sábado y domingo estarían lluviosos, con tormentas haciendo de este fin de semana que acabamos de  pasar una invitación para quedarnos en casa.

Nosotros que pasamos los días pensando en que llegue pronto el sábado para poner dirección a Villaluenga porque es el único sitio donde nos encontramos, verdaderamente, tranquilos esta vez veíamos que este particular deseo tendría que posponerse una semana más por el mal tiempo anunciado.

El viernes cuando volvíamos a casa después de asistir al Funeral de los Caballeros Hospitalarios y a la conferencia celebrada en la Parroquia del Santo Cristo de San Fernando por parte del Dr. D. Esteban Rodríguez podíamos observar un cielo nuboso, pese a la negritud que invadía todo, y en momentos iluminado por los rayos que estallarían posteriormente en sonoras tormentas. Era la sentencia final de que no veríamos a nuestro querido pueblo hasta la semana siguiente. La noche llovió estrepitosamente, las cortinas de agua eran acompañadas de fuertes tormentas. Cuando nos metimos en la cama ya estábamos concienciados y resignados con tal perspectiva. Dormimos profundamente nueve horas seguidas, estábamos tan agotados de la semana que el sueño nos rindió pese al temporal que hacía afuera.

Cuando nos despertamos  vimos por la ventana una luminosidad impropia para un cerrado día de lluvia. Cual sería nuestra sorpresa cuando vimos que no solo no llovía sino que el sol jugaba con las nubes y, muy de cuando en cuando, caía un ligero chaparrón de que terminaba a los pocos minutos. Hetepheres y yo nos miramos y miramos para el cielo y nos dijimos que dejaríamos pasar una hora y si todo seguía como hasta ese momento cogeríamos la bolsa con lo imprescindible y nos marcharíamos para Villaluenga del Rosario.

¡Dicho y hecho! Una hora más tarde partíamos con dirección a este pequeño pueblo situado en lo más alto de la Sierra de Cádiz. 

Llegamos una hora y cuarto más tarde. Allí el cielo estaba más encapotado aunque no llovía y un frescor puro y denso nos hizo ver que estábamos en medio de las montañas, en plena sierra. Cuando llegamos a nuestra casa dejamos las cosas, abrimos las ventanas tras la cual aparecían los bellos e inmensos paisajes que nos regala a diario mientras estamos allí y que, ahora mientras escribo el post, recuerdo como si estuviera asomado a la ventana. 

Serían las dos de la tarde cuando salimos de casa para ir a almorzar. Teníamos bastante hambre ya que nuestro desayuno fue frugal dado las ganas de irnos hacia nuestra tranquilidad que teníamos. Fuimos, como ya es costumbre, al Casino de Villaluenga de nuestro amigo Fernando. Estaba lleno de vecinos del pueblo que estaban tomando un aperitivo tras haber asistido a un entierro de un vecino muy querido en la localidad. Aunque lo sentimos no nos importó porque nos dio la oportunidad de ir a comer al "Bar Alameda", que está justamente enfrente del Casino. Nos situamos en el salón cuyo ventanal da directamente a las montañas y nos dispusimos a probar los platos que se nos ofrecían. Una sopa de Villaluenga y una ensalada de primero, un churrasco y unas croquetas de pollo de segundo, todo ello regado por un refresco de cola y una buena copa de rioja. También recomendamos este sitio para ir a comer o tapear.

Cuando salimos de este local vimos a Fernando en la puerta del Casino y nos acercamos a saludarlo. Nos sorprendió con un regalo: Un kilo de pan de campo. ¡Gracias Fernando por tu generosidad y por ser tan buena persona! ¡Estos detalles, este cariño y esta calidez es lo que da sentido el vivir en un pueblo! 

Después dimos un pequeño paseo por las calles del pueblo. Pasamos por debajo de la casa del "indignado" del pueblo. En el balcón una pancarta de "Democracia real" y una bandera española. ¡Hasta en Villaluenga los indignados tienen categoría y utilizan la bandera de nuestra Nación en vez de la tricolor republicana que nada nos dice en pleno Siglo XXI!

Sobre las cuatro llegamos a casa que ya estaba calentita porque antes de irnos habíamos dejado encendida la chimenea. Avivamos el fuego y nos dispusimos a pasar una buena tarde sumergido en el placer de la lectura. Devoramos los periódicos que  nos habíamos traído de Jerez porque en Villaluenga no llega ni la prensa. Es el sitio ideal para los que quieran desconectar de todo y de todos. Seguimos con nuestros respectivos libros. Os puedo asegurar que cuando estoy  en mi casa del pueblo es cuando más adelanto la investigación que realizo hace más de diez años. ¡Qué razón tienes mi querido Dani Barea cuando nos dijiste que no habías leído tanto como en Villaluenga del Rosario!

El tiempo parecía detenido aunque la oscuridad iba cayendo. Solamente nos enterábamos de que pasaban las horas porque las campanas de la Iglesia rompía el silencio con su sonoro y particular sonido. Tengo que confesar que cuando dieron las ocho de la tarde mi corazón y mi cabeza estaban en otro sitio, estaban en la Iglesia del Cristo de San Fernando en la toma de posesión de la nueva Junta de Gobierno de mi Hermandad de los Afligidos, aunque al rato entre la amena conversación que manteníamos Hetepheres y yo, salpicadas con nuestras francas y sinceras risas hizo que todas las nubes que, en un determinado momento, alumbraban mi alma se disipara en su totalidad. Una copa de buen Brandy hizo los honores a una tarde de sábado realmente grandiosa. 

Cuando llegó la hora de la cena no teníamos ganas de cenar y nos tomamos un tazón de chocolate calentito que nos supo a gloria bendita. Mientras las ascuas de la chimenea seguía desprendiendo ese calorcito que nos había acompañado durante toda la tarde. Vimos un poco la televisión y nos acostamos.

Como es costumbre en este pueblo dormimos del tirón y no nos enteramos de nada. Un sueño profundo y plácido que nos hizo descansar y ver las cosas en su verdadera dimensión cuando nos levantamos. Nos recibió un buen día con unos rayos de sol luchando por salir entre las nubes que lo aprisionaban. En cuanto nos hubimos duchados y preparados, arreglamos la casa y nos dispusimos a desayunar en nuestro sitio preferido: El Casino que regenta Fernando. Allí nos esperaban dos sabrosas y enormes rebanadas de pan y un café fuerte y exquisito. Tras terminar de coger fuerzas nos dirigimos a la panadería Nuestra Señora del Rosario y allí estuvimos charlando un poco con Pepi, la dueña de la misma, hicimos una pequeña compra y nos fuimos de nuevo para casa para dejar el paquete y los paraguas que nos llevamos en previsión de que nos lloviera.

Después nos dimos una larga caminata alrededor del pueblo que duró hora y media y  a las doce y cuarto del mediodía llegábamos a casa con el objetivo de descansar  y leer un poco antes de irnos a Misa, que esta vez era a las una y media de la tarde, porque venía el Obispo de Jerez, Monseñor Mazuelos para inaugurar el "Rincón Scout Cura Carlos" y antes de producirse la misma tenía lugar una Eucaristía en Acción de Gracias. Allí nos encontramos con varios amigos de Jerez que venían acompañando a D. José Mazuelos así como a muchos vecinos del pueblo que nos saludaron cariñosamente. Como siempre Juana Moreno nos ofreció toda la información y nos indicó los responsables a los que podía pedir la información necesaria para escribir el post que publiqué ayer. Tras terminar la Santa Misa en medio de un abarrotado Templo fuimos hasta la antigua "Casa del Cura" para que el Sr. Obispo junto con el Alcalde, delegados diiocesanos y el consiliario del Movimiento Scout de la Diócesis inauguraran las nuevas instalaciones y posteriormente se bendijeran.

Tras terminar este importante e histórico acto para este bello y encantador pueblo nos despedimos y nos fuimos para casa para almorzar y ponernos en camino de vuelta a Jerez.

Pasamos en Villaluenga del Rosario un día y medio, pero os puedo decir que en las horas que comprende alcanzamos un nivel de paz, de tranquilidad, de sano sosiego, de alegría y de hospitalidad que ya no se ven en las ciudades y que echamos de menos durante toda la semana. ¡Menos mal que los días pasan pronto y llega el sábado y llega el momento de volver a nuestro pueblo, con nuestra gente!

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