viernes, 6 de abril de 2012

VIERNES SANTO: TENGO LUTO EN EL ALMA.

Un nuevo Viernes Santo en nuestras vidas. Como día en el que muere el Señor es frío, desagradable, llueve y eso hace que cambie nuestro ánimo hasta hacerlo más triste y meditabundo. Jesús ha vuelto a coger la cruz de nuestros pecados y la ha vuelto a cargar como hace dos mil años y pico, lo ha hecho dócilmente, entregándose hasta el extremo por nuestros sufrimientos y pesares haciendo de cada herida con la que era martirizado un acto sacrificial para redimirnos y curarnos de las nuestras. Nuestras heridas de alma y cuerpo son sanada con su preciosa Sangre derramada por tanto odio, tanto orgullo e incomprensión como habita en este mundo.

Hoy, si el tiempo lo permite, volverán a salir las procesiones que serán inmejorables representaciones plásticas de tanto dolor y desesperación ante la injusta e ignominiosa muerte de Jesús de Nazaret, volveremos a asistir, visualmente, al Traslado del Cuerpo,ya inerte, del Hijo de Dios al Sepulcro y su Santo Entierro, pero por más que veamos seguiremos sin comprender nada. Parece que tanto dolor, que tanto Amor con el que nos desbordó Dios Padre al entregar a Su Unigénito para que fuera víctima expiatoria y así salvar al mundo de la perdición, del pecado, parece que todavía no nos hemos enterado. 

¡Cuánto orgullo, soberbia, egoísmo, injusticia, mentira, crueldad, falsedad, ruindad, maldad, habita en nuestro corazón hoy en día! ¿Qué es lo que tiene que pasar para qué creamos en ese Amor sin doblez y absoluto que nos entregó Cristo?¿Qué es lo que nos tiene que suceder para que veamos claro que este mundo lo que necesita, necesitamos tan solo es Amor?

A las tres de la tarde Cristo expiará y morirá en la Cruz por todos y cada uno de nosotros, a partir de esa y en las próximas horas se cubrirá el cielo y nuestras almas con una negrura de luto y  miraremos al Cielo y le pediremos al Padre que nos perdone porque no sabemos lo que estamos haciendo, no somos verdaderamente conscientes donde encaminamos nuestras vidas y con tanta oscuridad como las que nos rodea se hace difícil ver el camino, tantas veces señalado por Tu Hijo, hacia la salvación. Hoy Viernes Santo, día en el que muere, de nuevo, Cristo quiero deciros que camino como alma en pena y que espero con ansias la promesa de que a los tres días Resucitará entre los muertos. Mientras tanto el luto prevalece en mi corazón y en mi ánimo. Como el Centurión te digo cuando agonices el último suspiro: ¡Verdaderamente era el Hijo de Dios!

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