Todos nosotros somos llamados a demostrar nuestra edad espiritual. Mientras que nuestra edad cronológica es dictada por las leyes de la naturaleza, nuestra edad espiritual carece de tales límites. Mucho depende de cuándo comenzáramos nuestra búsqueda, y de cuánta energía hayamos puesto en ella. Cualquiera que sea nuestra edad cronológica, podemos continuar madurando espiritualmente hasta el día en que finalmente entramos en la eternidad.
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