jueves, 19 de abril de 2012

MATAR A UN REY; POR RAFAEL SÁNCHEZ SAUS.

Diario de Cádiz



ENVÍO

Matar a un Rey

RAFAEL / SÁNCHEZ SAUS | ACTUALIZADO 19.04.2012 - 01:00
Share
Michel Pastoureau, el gran renovador de la Heráldica, mostró hace años en un precioso trabajo a través de qué complejos caminos iconográficos, literarios y simbólicos el león usurpó en el imaginario europeo la corona de rey de los animales. Porque, como todos los africanos y los espectadores de la 2 sabemos, el verdadero monarca es y ha sido siempre el elefante. Que un rey matase a otro rey era un espectáculo corriente de la Historia hasta que los súbditos dieron en ello. Desde entonces se respetan, se respetaban, porque el instinto que mantiene enhiestas las últimas cabezas coronadas sabe que el magnicidio es contagioso. 

"Peor que un crimen, un error" dijo el camaleónico Fouché al saber del fusilamiento del inocente duque de Enghien por supuesta conspiración. Pronto sabremos el coste para el país, para la Corona y para sí mismo del certero pero absolutamente erróneo disparo que S.M. le descerrajó al pobre bicho de la infausta foto. En el mundo que se tiene por civilizado los españoles no parecemos feos, católicos y sentimentales, como se quería Bradomín, sino altivos, estúpidos y crueles, como todo lo que rodea este episodio que Berlanga no se atrevió a soñar y que confirmará el viejo horror de tantos ante lo hispánico. Pero lo que yo también veo en esa foto patética es a un anciano que se resiste con todas sus fuerzas y en todos los terrenos a esa muerte a plazos que es el declive y que para ello no duda en poner en juego el crédito personal e institucional de toda una vida. Pase lo que pase y caiga lo que tenga que caer. Gómez Manrique, en el lejano siglo XV, escribió "que los reyes son patrones/ de los cuales trasladamos/ los trajes, las condiciones,/ las virtudes, las pasiones./ Si son errados, erramos...". Hoy, si un rey es algo, sólo puede ser patrón y ejemplo de comportamiento ciudadano. Por eso nos ha sobrecogido esta soberana irresponsabilidad que se carga de un maldito sentido en medio de la pavorosa crisis de liderazgo en la que España se ha ido sumiendo, crisis que se amalgama con las otras ya presentes y con una ominosa sensación de fin de época. 

Por lo demás, que en un país de toreros y furtivos, donde la matanza es un acontecimiento familiar y vecinal, la gente eche las piernas por alto a cuenta de la batida de un pariente próximo del cerdo sólo puede juzgarse como el triunfo definitivo de la sensibilidad Disney. Lo terrible no ha sido que el rey del bestiario haya sido cazado por el rey de los españoles, sino que, al parecer, muchos de estos habrían estado dispuestos a morir por el elefante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario