miércoles, 11 de abril de 2012

KAYES; POR ALFONSO USSÍA.

La razón


Kayes; por Alfonso Ussía

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Kayes; por Alfonso Ussía
Diccionario Inteligente
10 Abril 12 - - Alfonso Ussía
Apuntaba alto desde la juventud. Era comisionista de seguros y lo mejor de San Sebastián firmaba sus pólizas. Se llamaba Pedro Calles, pero con la llegada del nacionalismo vasco al poder se puso en la tarjeta de visita Pello Kayes, que quedaba más autóctono. Ese cambio le hizo perder algunos clientes, pero no su frenético ritmo de vida. Listo en los negocios, simpático en el trato personal y bien amado por las mujeres. Hasta que un día dejó a una compañía de seguros tiritando y desapareció de la Bella Easo, dejando pufos en bares, restaurantes, comercios de lujo y bolsillos privados. Al fin, treinta años más tarde, ha sido localizado.

Lo he leído en un artículo de Luis María Anson en «El Mundo». El Gobierno de Rajoy ha decidido zanjar en sentido negativo todas las subvenciones exóticas que regalaba la enchufada mayor del Reino. Los hipopótamos de Guinea Bissau ya no percibirán los 300.000 euros que les enviaba. El congreso que se celebra anualmente en Paraguay por los derechos humanos de los homosexuales, transexuales, lesbianas y bisexuales, el «Tetá Guasupe Guará Tekopyahua», tendrá que llevarse a cabo sin los centenares de miles de euros que les mandaba doña «Triniá». Lo de fastidiar a los pobres hipopótamos está mal, pero el detalle de dejar sin subvención al «Tetá Guasupe Guará Tekopyahua», se me antoja uno de los peores y más torpes resbalones internacionales protagonizado por Rajoy en los últimos meses, que son sus primeros. También se quedan sin pasta –100.000 euros–, los creadores de la «Red de cine lésbico, gay, bisexual y transexual, como vehículo de viabilización y defensa de los Derechos Humanos de las minorías». ¡Manda huevos!

 Pero como decía el gran ecologista noruego Gustav Gammerborg, «la selva es dura hasta que aparece el colibrí multicolor». Lágrimas sinceras por los hipopótamos, el «Tetá Guasupe» y la «Red de cine lésbico», y desbordante alegría –aunque también le han quitado la subvención–, por conocer al fin el paradero de Pedro Calles o Pello Kayes, que por lo visto, se mantiene en forma. Los 316.000 euros que recibió de «Triniá» el pasado año se han convertido en nada, en agua de borrajas, en un abrazo de aire. El apartado registrado en el BOE no deja lugar a la duda: «Se concede la cantidad de 316.904 euros para contribuir al ejercicio de los derechos sexuales de las mujeres de Kayes, República de Mali». Un tipo habilísimo este Kayes. Se instala en Mali con todo el dinero que se llevó de San Sebastián, se relaciona con un buen número de mujeres, les reconoce el ejercicio de sus derechos sexuales, le pide el dinero a la tonta, y más de cincuenta millones de pesetas al talego. No conozco a personaje más enredador y extravagante – amen de sinvergüenza–, que este Kayes, allí en Mali, rodeado de bellas mujeres y con una edad tan avanzada como su osadía. Porque Pello Kayes, el beneficiario de los dineros nuestros derrochados por la singular marmolilla, ha tenido que superar los 75 años de vida, y no son años para prodigarse en exceso, con o sin ejercicios de derechos sexuales, en los avatares concernientes a las palabras de amor eterno y posteriores orgasmías.

A Kayes, mucho lo temo y lo sentiría de veras, le va a dar un jamacuco cualquier día de estos, y es plausible y digno de gratitud que el Gobierno de Rajoy le haya retirado la subvención que el avanzado progresismo de la rellenita le procuraba sin el permiso de los contribuyentes.

Y me pregunto. ¿No hay manera de llevar a esa señora ante el juez por tirar nuestro dinero?

Mala noticia. Me informan que Kayes es una región.

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