LA PASIÓN DE LA SEMANA SANTA
Fe, sentimiento y vida; por Juan del Río
La confianza en Dios se lleva en el corazón, requiere la razón, se muestra en la vida. La Semana Santa es el punto álgido de la encarnación redentora de Cristo. El cual, siendo de condición divina, asumió la naturaleza humana para que liberarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte, y así el hombre pudiera encontrar, por pura gracia, la plenitud de la felicidad y la vida eterna.
El acontecimiento cristiano de estos días, no es algo perdido en la historia, sino que se realiza y actualiza en los misterios celebrativos del Triduo Pascual. La vivencia litúrgica en nuestros templos no está reñida con la piedad popular en la calle. Es más, tiene un papel muy importante en estos tiempos de secularización y de intentos de ocultar o «descafeinar» todo aquello que sea presencia cristiana en la sociedad.
La vida del catolicismo ha hecho posible el rico patrimonio cultural y artístico de las grandes devociones de la Pasión que recorren nuestras calles. Aún, los más alejados de la fe se ven muchas veces sorprendidos por la fascinación de ese río de la religiosidad popular representado en el Nazareno o en la Dolorosa de su pueblo o barrio. Otros, los más cercanos a los valores cristianos, sienten el reclamo de llevar una vida más acorde con lo que están contemplando sus ojos. Así, por «el amor a lo visible se pasa al amor de lo invisible». Todo se puede dar, en aquellos que, mirando con un corazón sincero y con una mente libre de prejuicios, han superado la sujeción al positivismo de la modernidad y se han abierto al horizonte del Dios Amor.
El acontecimiento cristiano de estos días, no es algo perdido en la historia, sino que se realiza y actualiza en los misterios celebrativos del Triduo Pascual. La vivencia litúrgica en nuestros templos no está reñida con la piedad popular en la calle. Es más, tiene un papel muy importante en estos tiempos de secularización y de intentos de ocultar o «descafeinar» todo aquello que sea presencia cristiana en la sociedad.
La vida del catolicismo ha hecho posible el rico patrimonio cultural y artístico de las grandes devociones de la Pasión que recorren nuestras calles. Aún, los más alejados de la fe se ven muchas veces sorprendidos por la fascinación de ese río de la religiosidad popular representado en el Nazareno o en la Dolorosa de su pueblo o barrio. Otros, los más cercanos a los valores cristianos, sienten el reclamo de llevar una vida más acorde con lo que están contemplando sus ojos. Así, por «el amor a lo visible se pasa al amor de lo invisible». Todo se puede dar, en aquellos que, mirando con un corazón sincero y con una mente libre de prejuicios, han superado la sujeción al positivismo de la modernidad y se han abierto al horizonte del Dios Amor.
Juan del Río
Arzobispo castrense
Arzobispo castrense
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