jueves, 12 de abril de 2012

EL ACCIDENTE; POR ALFONSO USSÍA.

La razón



El accidente; por Alfonso Ussía

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El accidente; por Alfonso Ussía
Diccionario Inteligente
11 Abril 12 - - Alfonso Ussía
Ayer las redes sociales se colapsaron de comentarios demagógicos y soeces con motivo del accidente sufrido en Soria por Felipe Marichalar y Borbón, nieto mayor de los Reyes. Hoy leo la prensa y confirmo que hay muchos periodistas en España que escriben como chachas de los años cuarenta, regodeándose en el dolor ajeno y  la imprudencia de un niño. Si el disparo soriano, en lugar de atravesar el pie de Felipe Marichalar horada el de un hijo cualquiera de los centenares de miles de aficionados a la caza que hay en España, el asunto habría pasado desapercibido. Para colmo, los portavoces de la maledicencia, establecen comparaciones entre este episodio y uno infinitamente más triste para el Rey. La conclusión es sencilla. Felipe Marichalar es merecedor del disparo en su pie, la Infanta Elena es muy mala porque no estaba a su lado, y Jaime Marichalar un padre descuidado que abandona a su hijo con un arma en las manos y para el que la masa exige una sanción ejemplar. «A ver si de verdad todos somos iguales ante la Ley», repiten incansables las chachonas.

Pues claro que sí. Entre 300 y 3.000 euros pagará de multa Jaime Marichalar. Y se acabó. Un accidente de caza, afortunadamente leve, como se suceden a centenares cada año en España. Mi padre –al que no le podrán sancionar ni con 300 ni con 3.000 euros por su imprudencia porque falleció hace siete años–, me regaló, al cumplir los doce años, una maravillosa escopeta del calibre 28 que a su vez le había regalado su padre cuando el mío cumplió sus primeros diez años. Y con esa escopeta en las manos yo me adentraba en las dehesas de La Moraleja en pos de conejos y de perdices. Se me pudo haber escapado algún tiro y volarme la cabeza, pero no sucedió, y aquí sigo, para desgracia de algunos.

Influido por la actitud claramente delictiva de mi abuelo y de mi padre, y después de acosejarlos en la prudencia y el buen uso de las armas, permití que mis hijos dispararan sus primeros tiros cuando cumplieron los doce años. El delito ha prescrito y ello me lleva a reconocerlo públicamente sin riesgo alguno de terminar en la Plaza Mayor azotado públicamente por los perroflautas. Los accidentes de caza se han producido siempre, y bien adiestrado, un niño de trece años de edad puede cazar sin problema alguno, exceptuando el problema del Reglamento, que se salta con facilidad asombrosa. El mejor cazador que ha habido en España, el conde de Teba, Carlos Mitjans y Fitz-James Stuart, bajó al suelo ante el Rey Alfonso XIII más de cien zorzales en un día recién cumplidos los ocho años. Y Alfonso XIII le regaló una escopeta. Muchos dirán que por el detalle de aquel regalo vino la II República, pero me la refanfinfla.

O el hijo de la Infanta Elena cometió una imprudencia, o fue responsable el padre por un exceso de confianza, o el arma se disparó por cualquier fallo en su mecanismo. La Guardia Civil hará su informe, se sancionará a quien sea de acuerdo con la Ley y aquí paz y después gloria. Llamazares, Cayo Lara y Pilar Rahola pueden pedir para Felipe un internamiento en un correccional de menores, y no descarto que en los programas de Tele-5 el pedorrío exija para Jaime Marichalar y la Infanta Elena –que no estaba allí–, unos años de cárcel. 

Se ha tratado de un accidente de caza. El accidentado es nieto del Rey. Por fortuna se recuperará pronto. Ni mala intención ni privilegios ni vainas. Pero a un niño no se le insulta por sufrir un accidente. Ni se humilla a los padres. Las cosas, pasan. Más comprensión y menos arrebatos de chachas.

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