Rick Santorum ha abandonado. Los cuatro candidatos han seguido una carrera en la que, grosso modo, cada uno doblaba en delegados al siguiente. Mitt Romney a Rick Santorum, este a Newt Gingrich, y el viejo congresista a Ron Paul. No ha sido Paul el primero en abandonar, como indicaría en principio la lógica pura de la cuenta de la vieja. Lo ha hecho Santorum porque éste, a diferencia de los otros dos, aspiraba a ganar la nominación republicana.
Sus posibilidades de superar a Romney eran ya muy pequeñas. Y contra ese objetivo, que se alejaba a medida que se acercaba la convención republicana, Santorum ha considerado otros elementos que le aconsejaban la defección. No es el último de ellos que se enfrentaba a una posible derrota, que sería humillante, en Pensilvania, su Estado, en el que ha labrado su carrera política, en las primarias del 24 de este mes. Las encuestas le daban una ventaja sobre Romney, pero era lo suficientemente ajustada como para que todo pudiera pasar. Si Santorum no era capaz de vencer a Romney en su propio Estado, ¿podía presentarse ante los republicanos como un candidato de confianza frente a Obama?
Tenia otros motivos para abandonar. Santorum, de hecho, ha llegado mucho más lejos de lo que cabía pensar. De acuerdo con los datos recabados por RealClearPolitics, en el momento de abandonar, Santorum había ganado en 11 primarias y caucuses y 3,2 millones de votos que le han reportado 272 delegados. Romney tenía ya 656 delegados, por el apoyo de 4,6 millones de votos.
Hoy no nos acordamos casi de ellos, pero había otros candidatos con más fuerza, como Rick Perry. Santorum, que tenía una carrera exitosa, aunque truncada por su derrota en 2006, tiene ahora otra categoría. Si, como ahora parece probable, Barack Obama gana las elecciones de 2012, podrá presentarse a las primarias de 2016. Si gana Mitt Romney, se podrá presentar en 2020. Pero ocupar esa posición, a la que ahora renuncia, será difícil sin el apoyo del stablishment republicano, y de la base más amplia, y menos conservadora, de los votantes.
Ahora nadie podrá decirle, cuando llegue el caso, que Romney ha perdido frente a Obama por culpa en parte de la insistencia de Santorum en una carrera sin posibilidades de éxito. Ahora le queda un trámite. Volver a mostrar su apoyo a Mitt Romney. Volver a hacerlo, porque ya lo hizo en 2008. Pero en esta carrera de 2012 ha lanzado durísimos ataques al ex gobernador de Massachusetts. Recoger velas ahora es complicado, aunque no hacerlo sería mucho peor para él que para Romney.
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